Emilie estaba flotando en una inmensa oscuridad envuelta en tinieblas. No sabía por qué estaba allí pero se sentía a gusto.
- Princesa, le he estado esperando.
La joven reaccionó y miró a su alrededor.
- ¿Dónde estoy?
Todo se iluminó.
- Estoy en el castillo -Dijo.
- Y no está sola -Le respondieron.
La bruja Amatista estaba a su espalda, mirándole con terrible odio.
- ¿Quién eres?
- ¿Tan pronto y ya me olvidaste?
Pensó por unos segundos y recordó donde había visto ese hermoso y familiar rostro.
- ¡Eres la bruja que se llevó al joven Montereal!
- Tienes buena memoria. Alguien ha estado ayudándote... ¡responde quién!
- ¡Déjeme, usted es una mujer mala!
La malvada hechicera se acercó rápidamente para lastimarle pero fue interceptada por el hada protectora.
- ¡Ámbar! -Gruñó.
- ¡Aléjate de la princesa! -Ordenó señalándole con su vara.
La bruja agitó su báculo y lanzó un rayo que ellas lograron esquivar.
- Apuesto lo que sea a que también has estado ayudando a Thanos.
- No es de tu incumbencia lo que yo haga -Respondió el hada.
- ¡Claro que lo es! ¡Estás saboteando mis planes para convertirme en la más poderosa!
- Frustrar un amor para tu propio beneficio no está bien.
- ¿Crees que me interesa la felicidad de otros? -Preguntó la bruja con un tono satírico en su voz- ¡Lo más importante es mi magia y nada más!
- ¡Jamás obtendrás lo que deseas! -Gritó- ¡No te lo permitiré!
La bruja Amatista gruñó y desapareció. Sabía que no podía lastimar a la princesa mientras estuviese el castillo.
- Emilie, aquí estás segura porque hay una magia que te protege -Dijo el hada.
- ¿Tu magia?
- No... es la magia del amor. El aprecio que tienen tus padres por ti te protege de cualquier maldad.
- ¡No lo sabía!
- Es por eso que la bruja no puede hacerte nada mientras estés en tu hogar. Si sales y ella te encuentra, podría acabar contigo.
- Esa es la verdadera razón por la cual mi cuerpo cambia cuando salgo del castillo -Razonó.
- Exacto -Asintió con la cabeza- Debes cuidarte mucho. No bajes la guardia en ningún momento y podrás seguir adelante y cumplir tus deseos.
La princesa despertó. Era de madrugada y nuevamente se preparó para escapar. Llevaba en su bolsa más dinero que el que solía cargar. Pensaba en pasar más rato lejos de su hogar, pues le aterraba su destino como la futura esposa del príncipe Nerón.
- Casarse por obligación y sin amor debería ser un crimen -Pensó.
Al salir del castillo observó cómo había cambiado su piel.
- Mi cuerpo cambia y aún así me siento más yo fuera del castillo, que adentro del mismo.
Corrió cuesta abajo anhelando encontrar el cielo al final del camino y poder volar. Pero terminó topándose con Thanos, que le esperaba.
- Por fin llegas -Dijo mostrando sus afilados dientes en una sonrisa sincera pero que lucía aterradora.
- Sí, he venido a buscarte -Asintió- Bajaré a comprar algo de desayunar y volveré.
- Te esperaré con ansias -Respondió él.
Llenó su cesta de frutas hasta volverla muy pesada para ella. Aún así logró arrastrarla hasta el bosque y llevársela a su amigo.
- Es extraño. Ha comprado más de lo usual -Comentó un vendedor.
- Probablemente no vuelva -Dijo una campesina, observando cómo Emilie se alejaba.
- Bajará de nuevo -Aseguró Gaspar- Siempre lo hace. Y ese será el momento indicado.
La doncella había encontrado a Thanos muy cerca de la comarca, esperándole.
- No deberías estar tan cerca. Podrían verte -Dijo preocupada.
- No te preocupes. Estoy siempre alerta -Aseguró.
Ella le sonrió y éste correspondió. Se sentaron bajo la tenue luz del sol que cubría una pequeña zona cubierta de césped y flores.
- Por ello no se qué hacer. No quiero irme del castillo y jamás volver... sin embargo, no sé de qué manera afrontar esta situación. El príncipe Nerón no me gusta -Dijo con amargura.
- ¿Por qué no? ¿Es un príncipe? -Preguntó capciosamente.
- ¡Ese es el caso! Estoy harta de los príncipes y la gente que vive fingiendo ser mejor que los demás. Ser una princesa no es tarea fácil.
- No sabía que eras una princesa -Dijo muy sorprendido y pensando en que ella era totalmente distinta a lo que él consideró que eran las hijas de la nobleza- Por un momento pensé que salías del castillo porque trabajabas allí.
- Soy una princesa pero detesto serlo. Estoy cansada de las formalidades y de cuidar las apariencias y fingir. Y sobre todo, no quiero casarme con ese príncipe.
- ¿Qué tipo de hombre te agrada? -Preguntó un poco avergonzado.
- Quiero un hombre que le guste descubrir, que no le interesen las apariencias. Anhelo una persona que le guste charlar y tenga deseos de crecer y aprender. Me refiero a alguien que sea caballeroso, inteligente, protector y desee ser mejor persona con cada día que transcurre.
Emilie rompe a llorar. Thanos sin saber que hacer la envolvió en sus grandes y peludos brazos, posando sobre ella sus grandes garras.
- Si no vuelves al castillo, te estaré esperando -Ofreció.
- ¿Qué? -Preguntó con sorpresa.
- Estaré esperando por ti. Así que recuerda que no estás sola -Dijo con sus brillantes ojos mirándole.
Ella se levantó y le abrazó el cuello. Era la única manera en que sus rostros estuviesen cerca, que él estuviese sentado.
- Olvidé traer agua -Dijo torpemente al tiempo que secaba sus lágrimas con los puños de su traje- Espera aquí, iré a buscar.
- Está bien.
La joven bajó hasta la comarca y dio un gran suspiro. Quería caminar y aclarar su mente por un instante. Su corazón iba a estallar por ese sentimiento que tenía guardado y desconocía.
- Me siento tan nerviosa -Pensó- ¿Qué sentí en ese momento en que le abracé?
Tomó el vital líquido de un pequeño aljibe y caminó de regreso. Comenzó a ponerse tensa cuando se percató que todas las personas le observaban con disimulo. Recordó las palabras del hada: "No bajes la guardia en ningún momento".
A pocos metros del bosque fue interceptada por tres hombres que se parecían entre sí. Evidentemente eran campesinos. Ella intentó pasarles por un lado pero no pudo.
- No vas a ir a ningún lugar -Dijo uno de ellos.
- ¿Disculpen? -Preguntó nerviosa.
Rápidamente fue rodeada por todas las personas presentes.
- ¡Atrápenla! -Gritó una mujer de grave voz.
Emilie se lanzó contra uno de los hombres que le cubría el paso, haciéndole caer. Corrió desesperadamente rogando que no la atraparan y no tropezarse con alguna de las piedras que habían en la tierra.
- ¡No dejen que se adentre en el bosque! -Gritó una raposa voz.
- ¡Corran más rápido!
Un gran y pesado manto cayó sobre ella y le hizo caer.
- ¡La tenemos! -Gritó con satisfacción aquel malvado ladrón que le buscaba.
Le rodearon y sacudieron para desorientarla. Ella rogaba que le dejaran y explicaran que sucedía pero no le escuchaban.
Un grave y fuerte gruñido se oyó y todos retrocedieron. El hombre lobo se lanzó sobre Emilie para protegerla.
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Emilie y el Hombre Lobo
Lupi mannariCansada de las restricciones, Emilie logra cumplir su más grande anhelo: salir del castillo. Si tan solo hubiese sabido por qué le era prohido hacerlo, probablemente no se hubiese atrevido...