Un golpe seco fue lo que sufrió su espalda contra la pared. No sabía lo que ocurría, él nunca había hecho cosas semejantes, aunque tampoco es que hubiera estado prometido precisamente. Ni siquiera podía decir que hubiera tenido un novio, su padre jamás habría permitido algo así, tan sólo rollos que él se había buscado por ahí de vez en cuando.
De todas formas, aunque lo hubiera estado, no cabía en su mente hacer este tipo de cosas, pero ahora mismo... sólo quería huir de la situación y Aomine era de esa clase de chicos que le hacían olvidar por un rato sus desgracias. Desde aquel día en el metro, desde la primera vez que mantuvieron relaciones, no esperó volver a verlo, pero reconocía que había sido una de las mejores sesiones de sexo de su vida. Por algún extraño motivo, todos sus movimientos, sus gestos, sus caricias, todo parecía hecho a medida para él, como si se compenetrasen al cien por cien. Era raro, porque no había sentido una clase de conexión tan fuerte como con él.
Simplemente... no podía ignorar esto. Aomine estaba allí, empotrándole con pasión contra la pared, reteniendo sus muñecas una a cada lado de su cabeza y apoderándose de sus labios como si no fuera a tener un mañana.
Todavía le dolían las manos pero Aomine no le permitía moverlas y aunque al principio había intentado resistirse un poco y liberarse de su agarre, ahora las dejaba muertas, dejando que él hiciera el esfuerzo mientras se concentraba en tratar de seguir el frenético ritmo que imponían sus labios. La verdad era... que apenas tenían tiempo o sospecharían que pasaba algo.
- Aomine – susurró al poder liberarse unos segundos de sus labios – hay que salir, mi padre creerá que me ha ocurrido algo.
- Cinco minutos. ¿Podemos conseguir ese tiempo? – susurró antes de besar su cuello con pasión y dejar un seductor mordisco con el que Akashi dejó escapar un gemido.
- S-sí, supongo que sí. Sólo cinco minutos.
- Tengo suficiente con eso.
El amago de querer soltar sus manos fue detenido por Aomine al instante. Sus compañeros creían que era un tipo duro, pero en realidad, él siempre se había fijado en los demás y tenía una empatía diferente al resto. Ver las heridas manos de ese chico le hacía querer protegerle. Por eso mismo, impedía que las moviera pese a que él deseaba hacerlo.
- Deja de resistirte – susurró Aomine.
- Pero...
- No voy a dejar que tus manos me toquen hoy. Sólo debes tenerlas en reposo.
Estaba claro que esa opción no le gustaba nada a Akashi, lo supo por los gestos de su rostro y ese leve chasqueo de lengua antes de apartar la mirada a otro lado. Aomine soltó una de sus manos para sostener su rostro y obligarle a mirarle, sonriendo con su arrogancia habitual.
- No me apartes la mirada, quiero ver cuando empieces a gemir.
- Eres un idiota. Yo no gimo.
- ¿Estás seguro de eso? Te escuché en el metro y volveré a escucharte hoy aquí mismo.
- Te quedan cuatro minutos.
- Me sobran dos.
- Ególatra.
- Uhhhh, qué palabreja.
Ni siquiera esa charla hizo que Aomine desistiera de lo que hacía, besando con pasión nuevamente a Seijuroo para así, liberar su rostro y llevar la mano a la entrepierna del pelirrojo. Si quería terminar en cuatro minutos, ya podía ser rápido y forzar un poco la máquina. No estaba nada seguro si podría encenderlo en esos pocos minutos, ni se podría lubricarle correctamente, así que no podía perder tiempo ahí.
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Mi vida secreta como striper (Kuroko no basuke)
FanfictionResumen: Tetsuya Kuroko, ha recibido su tan ansiada carta, la aceptación para estudiar en Juilliard, el conservatorio de artes más deseado por los artistas. Decidido a emprender su carrera como bailarín, abandona todo lo conocido en su hogar y se tr...