Capítulo 16: Una cita

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Desde la ventana del estudio, sentado frente al piano, Akashi miraba por la ventana. Si su padre le viera, habría cerrado las cortinas inmediatamente para impedirle distraerse, de hecho, él mismo generalmente lo hacía, pero hoy, estaba allí, mirando cómo Aomine hablaba con su mayor rival.

¿De qué hablarían esos dos? Parecía como si le estuviera dando algo. Ni siquiera debían conocerse, sin embargo, recordaba la noche anterior. Fue la primera vez que Aomine le vio y había dejado caer que era un chico atractivo con el que fácilmente podría tener sexo.

Por extraño que pareciera, le afectaba. Esa misma noche, tan sólo con escucharle decir que iría a ver a su compañero pese a ser un total desconocido, le dolió. No podía culparle, realmente ellos dos no tenían nada más que sexo esporádico y, de hecho, lo más probable es que en unos meses, estuviera comprometido con la hermana de ese jugador de baloncesto. ¿Por qué debería afectarle que se follase a otro?

Sin siquiera percibirlo, sus dedos golpearon con mayor fuerza las teclas del piano. Estaba algo celoso, no tenía dudas de ellos, pero no podía entender el motivo. Él mismo se repetía que sólo era sexo ocasional, entonces ¿por qué sentía celos de algo de lo que no debería sentir?

Una última vez miró por el cristal hacia el patio. Algunos alumnos estaban fuera estudiando o tocando algún instrumento. La prueba final se acercaba, en unos meses deberían estar todas las piezas listas pero ellos creían tener demasiado tiempo aún por delante. Él, en cambio, no salía del estudio. Practicaba día y noche casi. Tenía que ser el mejor.

Cuando los ojos de Aomine se elevaron hacia la ventana, Akashi se quedó prendado dos segundos, hasta que la sonrisa egocéntrica del moreno le hizo correr la cortina de mal humor. ¡No quería soportar sus estúpidas sonrisas! Y menos cuando ligaba frente a él con otra persona.

- ¡Céntrate, joder! – se reprendió a sí mismo.

Suspiró y se resignó. Sus dedos empezaron a moverse por las teclas, creando una preciosa sinfonía que llamaba la atención de todos los estudiantes que caminaban por el pasillo cercano. Miraba sus dedos. ¡Sabía la partitura de memoria! Y, sin embargo, el dolor hizo que se confundiera y tocase la de al lado sin querer, provocando un chasquido de enojo y deteniendo la melodía.

Volvió a iniciar. No pensaba detenerse hasta la noche o al menos, hasta que su estómago rugiera presa del hambre. Practicar siete u ocho horas seguidas no era nada para él, desde niño, su padre le había obligado a practicar horas y horas tras hacer sus deberes del colegio e instituto.

***

Kise era un chico diferente y simpático. Su sonrisa era hipnotizante y, aun así, pese a sentirse a gusto hablando con él, simplemente... no era Akashi. El pelirrojo tenía un carácter endemoniado, ponía a prueba sus nervios, pero disfrutaba como si fuera el mejor de los retos. Ese chico tenía algo único que le atraía sin igual, pero allí estaba, hablando con Kise sobre las entradas al partido.

Él estaba feliz de poder presenciar el partido en directo, casi desde una zona privilegiada y sobre todo, orgulloso de conocer al capitán de los Knicks. Kise no paraba de mirar las entradas, lo que hizo que Aomine sonriera también al ver lo contento que se había puesto por algo tan sencillo de conseguir para él. Sin embargo, sentir una mirada asesina hizo que elevase la vista a las ventanas superiores. ¡Akashi le miraba! Realmente aterrador, así se sentía. Sin embargo, las cortinas se movieron privándole de la visión.

- Tu hermana debe ser una chica con mucha clase – sonrió Kise, mirando hacia la ventana donde su compañero había desviado los ojos.

- ¿Por qué lo dices?

Mi vida secreta como striper (Kuroko no basuke)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora