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El cielo estaba celeste por primera vez en mucho tiempo, el sol alumbraba ligeramente por la hora haciendo que la gente se ponga anteojos de sol, había un leve viento que hacía que sus cabellos se muevan hacia atrás. El ruloso tomó su cámara y la fotografió, ella, lo más rápido que pudo, tapó su cara, no era digna de una cámara.

—Señor, le pido que me deje en paz.

Pero él no podía, estaba frente a la mujer más bella que había visto y eso lo superaba, sabía que esa belleza debía ser fotografiada.

—Usted...—Asher frunció el ceño.—tome, señorita.—le dio un papel y así de rápido como llegó, se fue.

Ella pensó en lo raro que era eso, no tenía mucho sentido y pensó que tal vez incluso había sido parte de su imaginación... ¿Por qué ese hombre querría tomarle fotos con esa cámara tan costosa?

Tomó el papel entre sus manos y lo desdobló, frunció el ceño al notar las palabras en el mismo.

"Fotógrafo

Asher Harris

Calle ******* ***
+11******** "

Su ceño se frunció aún más, sacó una de las revistas que siempre miraba para deprimirse con las modelos y buscó en las letras pequeñas el nombre de quién había tomado esas fotos. No se sorprendió demasiado cuando el nombre de la tarjeta apareció allí.

¿Ella debía ir a ese lugar? No entendía que era lo que pretendía ese hombre. Podría ser un delincuente.

Pero eso pareció no importarle el lunes en la tarde cuando, sin darse cuenta, se encaminó a aquél lugar.

Lo primero que vio fue aquél edificio alto, con las siglas A.H en grande, dudó unos segundos pero luego comenzó a caminar hacia sus puertas. A la seguridad del lugar pareció no importarle que entre, así que así lo hizo. Dio unos pasos y notó alguna que otra mujer sentada con una pila de revistas y a la recepcionista detrás de un escritorio. Se acercó a ella sin estar muy segura de lo que hacía y habló.

—H-hola.—titubeó.—e-el señor Asher dijo que...—dudó.—d-dijo que...

—Dijo qué, cariño?— su voz sonaba algo burlona y la miraba de arriba a abajo. Se sintió burlada automáticamente y se dio vuelta para irse, cuando una puerta se abrió de repente.

—Oh, mi bella.—se dio vuelta al escuchar su voz.—pero adónde vas? Si acabas de llegar.—se acercó a ella y acarició su mano, tirando ligeramente de ella para guiarla.

—¿Quién es ella?—murmuró aquella chica que se había burlado de ella.

—No es de tu interés.—él ni la miró y siguió caminando.

Subieron unas escaleras pequeñas mientras ella pensaba en lo delgada que era la recepcionista y lo gorda que era ella. Asher abrió una puerta y se vio un salón grande, había muchas cámaras y un escritorio, donde estaba sentado un chico.

—Oliver.—murmuró él.— ella es, es la indicada, es ella.

Aquél rubio levantó la mirada del cuaderno que estaba escribiendo y la analizó de arriba a abajo.—ella?— una mueca que ella no pudo descifrar se posó en su cara y se sintió ligeramente mal.

El ruloso asintió frenético.—si, bella, hermosa es.-—la miró y pareció quedarse embobado.

—Pero... Ash.—lo miró y suspiró. Antes de que pueda decir algo más ella habló.

—Y-yo... No se porqué vine, sabía que no era suficiente, no debía. Y-yo, lo siento.—soltó la mano del chico de su lado y quiso darse vuelta para irse, pero la frenó.—déjame, no soy de agrado ni para tu jefe.—murmuró.—ya sabía que mi cuerpo es un asco, no sé porqué vine.

—Eres hermosa, bella.—murmuró tocando su cabello.

—Mi nombre no es bella, soy Alessandra.

—Pero eres bella, es mas indicado para ti.—quiso sentirse indignada, pero no lo hizo. Igualmente se quiso ir.

—Señorita.—llamó el rubio.—no es que usted sea un «asco», como dice. Solo que ésta división iba a ser especial.

—Y lo es!—gritó y movió la cabeza haciendo que sus rulos se muevan.—Mira, es perfecta, es real.

Oliver frunció el ceño al ver la emoción se su amigo al hablar.—bien, como quieras.

-Y muñeca.- Asher se acercó a su oído.—él no es mi jefe, es mi mejor amigo, y en todo caso, yo soy su jefe, porque soy el dueño de Bondie Bon.

body shape ✿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora