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Hacia mucho tiempo que quería hacerlo, dejar de vivir, sentía mucha presión por lo que había sucedido con Asher y aún no sabía si podía creerle, más los insultos, habían hecho que llegue a su límite.

Cuando la bañera se llenó, se metió con toda su ropa y puso dos cosas frente a ella.

Una navaja y unas pastillas.

No quería tener chance de sobrevivir.

Levantó sus mangas y se cortó lo más profundo que le salió, lo más que pudo.

Escuchó el timbre sonar, por lo que se apuró y tomó todas las pastillas posibles.

Se recostó metiendo su cabeza bajo el agua y, de repente, dejó de sentir.

Asher había estado tocando timbre unos minutos y, cuando notó que nadie contestaba, comenzó a preocuparse e intentó tirar la puerta abajo, estaba desesperado, pero luego de unos intentos, pudo romper la cerradura.

No dudó, sabía adonde ir, corrió a la habitación de su bella y esperó verla en su cama, durmiendo.

Pero no, tuvo que meterse en el baño y la vio, el agua roja y algunas pastillas en el suelo.

Se sintió morir, no podía creerlo.

—¡Bella! Oh, mi amor, que has hecho.—lágrimas cayeron y la tomó, sacándola de la bañera. La soltó en el suelo sin saber que hacer y lloró, luego corrió hacia el teléfono y llamó a emergencias.—Hola!? Mi bella, mi novia, se muere, se muere, tragó pastillas y sus muñeca están...!

No podía respirar del miedo.

—Ayuda, ayuda. Por favor.

Les dijo aquélla dirección donde vivía la muchacha y soltó el celular tirándolo al suelo.

No espero más y metió los dedos en su garganta, intentando hacerla vomitar aquéllas pastillas.

No logró hacer demasiado ya que estaba muy nervioso.

Tampoco sabía si estaba haciendo algo bien.

La ambulancia llegó y se la llevaron lo más rápido posible.

Él se quedó allí. Triste. Solo.