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26

Se encontraba en un descanso con Asher en aquél balcón, estaba ligeramente cansada porque la noche anterior no había descansado del todo bien, por lo que se encontraba apoyada en su hombro mientras le hacía mimos en el cabello.

Quiso disfrutar de su tranquilidad cuando escuchó unos tacos pasar y sentarse en una parte de aquél gran balcón.—si, lo hice.

No le prestó atención porque no le interesaba la conversación ajena, pero no pudo evitar escuchar el nombre de su hombre.

-¿¡Qué!? Barbie, tuviste sexo con el señor Harries y todavía no lo has gritado a los cuatro vientos?

Quiso hacerse la estúpida pero miró a Asher con una mueca, ¿Cuándo había sucedido eso?

—No quiero que nadie se entere porque ahora está con la gorda esa oficialmente, y dijo que nunca se repetiría.

Alessandra se soltó del agarré que tenía el ruloso y se fue con lentitud para que ellas no la notaran.

Entró al estudio donde estaba Oliver y cerró la puerta con el pestillo, se apoyó sobre ésta y suspiró.

—Ale? Está todo bien?

Lo miró con unos ojos llorosos, ojos que él describiría como ojos de perrito.

—¿Qué sucedió?

—Unas chicas—susurró y él se acercó a ella—una de ellas dijo que tuvo sexo con él. Que me engañó.

Entendió lo que quiso decir porque tenía esa misma manera de expresarse que su mejor amigo, pero dudó por un segundo al escuchar eso.

—¿Qué? Asher hizo eso?

Dudaba porque lo conocía de toda la vida y sabía que no era capaz de hacer algo así, menos con alguien como Alessandra, de quien pasaba hablando día y noche.

Negó con la cabeza y ella pensó que era estúpido el intentar hablar con él, por lo que agarró su bolso y se fue del lugar.

Se quiso ir lo más rápido que pudo sin hacer un escándalo, pero no notó que Asher la seguía.

Antes de que su modelo, porque era suya, lograra salir del lugar, la tomó del brazo queriendo que pare unos segundos y lo escuche.

—Déjame.—murmuró.

—Lo inventó todo, mi amor, yo no haría tal cosa.

No podría creerle así nomás, no quería ser tan tonta.

—Puedo probarlo.—murmuró— ven, ven.

Quiso negarse pero sabía que no la iba a dejar en paz y que básicamente la iba a terminar obligando a ir. Subieron a un piso al que nunca había ido y notó a la tal Barbie sentada en el banco, por lo que quiso irse.

—Barbie, dile la verdad.

—Por favor, señor Harries, lo siento, no me despida.

—Dile la verdad.—gruñó y quiso guardarse sus palabras, obvio la despediría, pero primero debía decir la maldita verdad.

—Alessandra, lo inventé todo para quedar bien con las demás modelos, él no te ha engañado, ya, lo siento, por favor no me despida.