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Se había sentado delante del escritorio del rubio, quien la miraba con curiosidad.—bien, llévate éste contrato a casa, léelo tranquila y si necesitas cambiar algo me avisas, luego lo traes firmado.

Asintió con la cabeza, se sentía un poco despreciada, pero estaba acostumbrada.

—Oh, bella, eres perfecta.

Ella bajó la mirada, no lo era, no sabía que le sucedía a aquel hombre, pero estaba segura de que no era perfecta.

—Si, lo eres.—asintió con la cabeza el rubio.

—Por favor.—habló un poco sarcástica pero aún tímida.—para ti soy un asco.

Se reclamó en su cabeza el no haber pensado lo que decía y suspiró.—no, que no seas lo que ésta edición necesita no significa que a mis gustos no seas perfecta. Lo eres.

Ella suspiró y Asher bufó.—ya, Evans.—rodó los ojos y tomó la mano de la chica, sacándola de aquél cuarto.—bella, te molestaría acompañarme a un café?

Se sorprendió y sin palabras asintió con la cabeza. Se dirigieron a un café cercano y se sentaron en una mesa junto a la ventana.

—Buenas tardes—una chica con una gran sonrisa llegó a su mesa.—¿Qué van a consumir hoy?

Ella miró ligeramente la carta y luego a la chica, era delgada como las modelos que veía en las revistas, cerró los ojos y habló.—solo un café negro, con edulcorante, por favor.

Asintió con la cabeza mientras escribía, luego las dos miraron a Asher, que miraba a su acompañante con un ceño fruncido.—quiero un café Espresso y dos muffins de vainilla con esas chispas de chocolate que me encantan de aquí.

La mesera se fue y ella miró hacia afuera, hacía un poco calor pero el aire artificial del lugar lo compensaba, el cielo estaba despejado y el sol estaba a poco tiempo de meterse.

Asher parecía quedarse embobado con ella y, cuando la misma se dio cuenta, se sintió un poco incómoda.

La mesera volvió y dejó los cafés y la comida en la mesa, para luego dar provecho e irse. 

Ella tomó un poco de su café y se quemó la lengua, estaba hirviendo, miró a Asher que tomó uno de sus muffins para ponerlo del lado de ella y le sonrió.

—¿Qué haces?—murmuró ella.

—Cuando tomas un café también comes algo.

Para ella no era así, ella acostumbraba a almorzar cada tanto y cenar siempre ya que su madre la obligaba.

—Pero... No tengo hambre.

En la cara del fotógrafo se formó una mueca triste, entendía que era lo que pasaba en la mente de la chica. Ella notó aquella tristeza y se sintió culpable, él había pedido algo pensando en ella y lo estaba mal agradeciendo. Sonrió ligeramente y tomó un pedacito del muffin para luego meterlo en su boca. Él sonrió.

—Cuéntame de ti, bella.

Ella pareció pensarlo.—tengo 17 años.—murmuró.—estoy en mi último año de secundario.

—Debes ser muy popular.—asintió mirándola.

—N-no...—al contrario, pensó. Ella no era popular, en absoluto, lo único que hacían era burlarse de ella y de lo fea y gorda que era— no—murmuró, estaba pensando en los insultos que la esperaban cada día en el colegio.

Asher pareció notar algo extraño en su mirada— y... Tienes todo aprobado?

Ella rió internamente por la pregunta, le gustaba el hecho de que quiera sacar conversación.—si, no soy el mejor promedio, pero si.—hizo una pausa.—usted, señor Harries?

Él cerró los ojos, disfrutaba cada vez que le decía señor, pero ella no lo sabía.—Oh bella, yo tengo 23 años, estudié desde pequeño fotografía, es mi pasión.

—Oh... Hace mucho.—murmuró y tomó un poco de café.

Se quedaron en silencio unos momentos, ella tomó otro pedacito de aquél muffin.

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