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Al otro día, fue al colegio como siempre, era miercoles y las clases le aburrían, se sentó en el fondo, como siempre. No quería que nadie la viera ni que alguien le hable.

Pasaron las primeras horas con tranquilidad, como a ella le gustaba, pero al salir al recreo, Daphne la empujó, haciendo que el pasillo quede en silencio y ella caiga al frío suelo.

—La ballena se cayó.—rió haciendo que los demás lo hagan también.—estás bien, cariño?—habló sarcástica.

Ella puso sus manos a sus costados y se levantó, despacio, tranquila, intentando no llorar ni decir nada, pero parece que no decir nada tampoco es bueno.

—¿Es que te comieron la lengua los ratones?—chasqueó la lengua.—o ¿Solo eres estúpida?

Suspiró y se dio media vuelta, queriendo irse.

—MARCUS!—gritó la molesta de rulos y un chico se paró frente a Alessandra.—muestrale al bicho que es pura mierda.—escupió con odio.

No se entendía, no había razón para odiarla tanto, envidia? Alessandra pensaba que era imposible, quién sentiría eso por ella?

Miró al chico que alzó su puño y le dio en un ojo, ella cayó al suelo sin creer que le habían hecho eso, nunca le habían pegado antes. Se pasó la mano por su ojo despacio y los cerró, Daphne se agachó a su altura y habló.—suicídate, perrita, yo debería estar en la industria del modelaje, no tu.—le dió una cachetada que llegó a romper su labio y se fue.

Los pasillos comenzaron a funcionar otra vez, pero ella seguía en el suelo, algunos la pateaban y otros la ignoraban, era sorprendente.

Cuando pudo levantarse, caminó a la salida del colegio y se fue, no le importaban las horas que faltaban, ni nada, solo quería ir a casa. Llegó y vio que su madre ya se había ido a trabajar, automáticamente subió al baño y llenó la bañera con agua y burbujas.

Se adentró en cuanto estuvo llena y dejó de retener las lágrimas, lloraba por lo que era y por como la trataban, no se merecía ese odio que Daphne sentía pero ella creía que si.

Sumergió la cabeza bajo el agua e hizo un intento de respirar, queriendo que sus pulmones se llenen de agua y asi, se ahogue. Pero por inercia de su cuerpo, salió respirando agitadamente y volviendo a llorar.

Se quedó allí hasta que el agua se puso fría, salió y secó su cuerpo, ni siquiera quiso mirarse al espejo, su ojo dolía al igual que su labio, pero lo que más le dolía era el alma.

Miró la hora, eran las 12:00 y a las 14:00 debía estar en el estudio, abrió la heladera y notó un poco de lechuga que pensó que sería buena idea comer, así que lo hizo.

Comió despacio y tomando agua, llenándose rápido, a las 13 decidió lavar los platos y ponerse un jean con una remera, para salir al estudio.

Se miró al fin al espejo e hizo una mueca al ver su rostro, su ojo se estaba poniendo morado de a poco y su labio estaba partido notoriamente. Se maquilló mucho para que su piel quedara bien, equilibrada con el otro lado y del mismo color, en su labio puso un poco de bálsamo que hacía que se disimulara.

Salió en camino al estudio y llegó rápido, a horario para ver a Asher. Entró sin problemas y tocó la puerta de la última vez, Oliver le abrió y le sonrió.

-Linda, buenas tardes, pasa.- ella entró y él cerró para luego sentarse en su escritorio.- Asher salió unos minutos, ya vuelve.

-Está bien.- habló, era lo primero que decía en toda la mañana, suspiró y sacó su celular para mirar la hora. 14:05.

Luego de unos minutos, como había dicho Oliver, Asher volvió y se puso contento cuando la vio.

—Oh, bella! Estás aquí! Lo siento por tardar, estaba haciendo trámites.—dijo mientras se acercaba y la observaba, luego le dio un beso y acarició su mejilla, ahí fue cuando notó algo diferente—dulzura, llevas maquillaje.— frunció el ceño—no hace falta que te maquillajes, debes estar al natural.

Buscó en sus cajones y sacó un paquete de toallas desmaquillantes, ella abrió los ojos y negó con la cabeza, parándose de donde se encontraba sentada y caminando a otro lado.

—No, no.—negó y frunció los labios.

—Ven aquí, debes estar al natural.—el rizado tiró de su brazo acercándola delicadamente a él y ella no pudo salirse. Cerró los ojos mientras el pasaba aquella toalla por su cara, pensando en lo que venía, en que la echarían y nunca más querrían verla.

—Alessandra.—por primera vez dijo su nombre, mas ella no abrió los ojos.—mírame, Alessandra, abre tus ojos.— negó con la cabeza.—dulzura, por favor.- se notaba un destello de preocupación y parecía rogar. Abrió los ojos despacio y notó que Oliver se encontraba al lado de Asher, mirándola también.

-Y-yo...

-Mi bella... ¿Qué te ocurrió?

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