➽ Capítulo 25 Sin libertad [2/2]

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Narrador omnisciente

Un rizado delgado y de ojos marrones, iba camino a un lujoso restaurante. Caminaba seguro y contento, estaba feliz con su relación. Pero aún así no sentía nada más que felicidad y cariño. Se trataba de engañar, pero no era la misma chispa, ni en los besos, ni en las caricias. En cambio con su ex novio todo era tan diferente, las chipas eran gigantes cada vez que se miraban o con el simple hecho de rozarse.

-¡Amor, por fin! Siéntate príncipe.- dijo el de cabello teñido, mientras sacaba la silla, para que su novio se sentara.

-Sí, nene. ¿Cómo estás?- preguntó, sacando alguna pregunta básica al azar. No sabía como preguntar la razón de la invitación.

-Bien, bien. Espero que tú igual. Amor... pídeme lo que quieras. O sea, a la mesera. Te juro hasta un lamborghini te traigo. - se arrodilló el basquetbolista.

-Bueno... ¿lo que sea?- quedó pensando, pero no por mucho tiempo. Quería regresar a los viejos tiempos donde comía comida chatarra hasta quedar panzón- Quiero dos pizzas y cuatro tacos. Dos bebidas de un litro, y una hamburguesa de carne. Ah, la pizza extra queso.-pidió amablemente a la mesera y ella solamente le dio una sonrisa fingida. A Patrick casi le da un ataque, su novio era un cerdo.

-Uh... para mí una lasaña, la más cara. Sólo por hoy bajaré la dieta. Tú sabes nene, tengo que mantenerme.- dijo mientras enseñaba sus trabajados brazos.

-Haha, como sea. Paty, ¿por qué me traes acá?- preguntó dudoso mientras se acomodaba la camiseta negra y ajustada que traía puesta.

La mesera se retiró afligida.

-Uhm, toma. - le entregó un peluche gigante y unas cinco rosas- son para ti, precioso.- Emilio las recibió con cuidado y sus ojos brillaban, nadie había hecho algo así por él.

-Muchas gracias. Me quedo sin palabras, es perfecto.-se sinceró, Emilio.

Volvió la mesera con las pizza extra queso, con los tacos, con dos bebidas y con una lasaña pequeña que tenía una ensalada a su lado. Los dejó y se retiró soltando un suspiro.

Comieron y Emilio no se aguantó mucho, dejó todos los platos limpios y se tomó un litro de bebida. Por su lado, Patrick, sólo comió la mitad de la ensalada y pidió una limonada, pero sin azúcar.

-Uff. Riquísimo, me encanta. ¿Me puedo llevar la otra bebida?-preguntó Emilio mientras elevaba una ceja.

-Claro...- Patrick miraba asqueado a Emilio, pero lo supo fingir muy bien. "Qué humillación" pensó Muller, mientras sentía la mirada del chef y de las demás cocineras encima de ambos.

El más viejo tomó la iniciativa y se arrodilló ante Emilio. Sacó de su bosillo una caja de plata, muuuy chica, un anillo que tenía dos diamantes incrustados.

-Emilio Marcos. ¿Te quieres casar conmigo?- preguntó Patrick, mientras hacia que sus dientes blancos, imitando las perlas, salieran a luz con una sonrisa llena de ambición.

-Es Emilio Osorio Marcos-Emilio fingió enojo.

-Es que se me hace-muy corriente, pensó, pero no podía decir eso-no sé, me encanta el apellido Marcos, además que me llevo genial con tu mamá.- explicó.-Entonces... ¿aceptas?

Por la cabeza de Emilio pasó toda su vida y el futuro que siempre quiso, llena de libertad y cantando canciones a miles de personas. No le gustaría ser un cantante casado y sin libertad. No le gustaría perder su libertad, ni su juventud. No quería casarse.

Por suerte, para el rizado, lo llamaron, y la persona era la menos esperada.

"Alo... ¿Emilio? ¡Emilio!"

"What... ¿Qué paso señora Gress?"

"¡Mi Joaco! Se fue a una fiesta y sin su carro... cuando hace eso luego vuelve todo borracho y no quiero nada le pase..."

"Tranquila señora, yo me ofrezco para ir a buscarlo..."

"¿Enserio? Yo sólo te llamaba para decirte que fueras a la fiesta a divertirte con él. Pero si me echas una mano en la fiesta, vigilandolo, sería genial"

"Si seño-

"¡Te pago con una cena riquísima! Te prepararé muchos tacos y pozole, o lo que sea"

"Siendo asi, obvio que voy. Que rica oferta. Uy, recién comí y ya se me antojó"

"Muchas gracias Emilio... eres un gran chico"

-Mi chiki, Joaquín está en problemas... Tengo que ir- dijo Emilio agitado. La verdad estaba urgido por ir porque quería comer la comida que le había prometido la señora Elizabeth. No, claro que no quería ir para ver a Joaquín, obviamente.

-¿Es enserio? ¡Te estoy pidiendo matrinonio y me sales con esta mierda! Emilio eres un... un... ¡un tonto!-gritó Patrick.

-Lo siento, bebé. Parece una novela por la estupidez que estoy haciendo pero... ¡No entiendes que es mi socio y que si lo encuentran borracho después nos manda a la fregada el productor!- trató de justificar. Pero la verdad era que sólo dijo eso ya que sabía perfectamente que a Patrick le interesaban las prensas y prestigio social.

-Está bien, anda. Aunque con todo ese dinero que tienes, no tienes ni porqué trabajar. Pero ni creas que te estaré esperando contento- dijo Pat mientras se levantaba de la mesa.

Emilio abandonó el restaurante sin siquiera llevar el oso de peluche, ni despidiéndose.

Sin entenderte ; EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora