➽ Epílogo.

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Joaquín's POV:

Estaba cocinando spaghetti, en mi gran cocina americana. Escuchaba la música en la radio y movía mi cuerpo al ritmo de ella.

Sentí unos pasos y sabía que era Emilio.

-Qué rico huele.- dijo Emilio, rozando su miembro con mi bóxer.

-Basta, llegarán los niños.- le dije divertido y enojado a la vez.

Me volteé y vi que hizo un puchero. Lo besé y le sonreí.

Dicho y hecho, tocaron el timbre. Emilio fue corriendo y recibió a nuestras hijas, Lucero y Soledad. Pero nos gustaba apodarles Luna y Sol, en honor a la banda que nos dió tanta felicidad en su tiempo, una banda que nos unió, una banda que nos hizo crecer.

-¡Papi, papi! ¡Qué rico que huele!-nos saludó Sol.

Me agaché hasta su cabecita y le besé la frente.

-Hola.- saludó Luna. Era una niña muy tierna cuando quería, pero la mayoría del tiempo fingía estar enojada.

Me acerqué y tomé su rostro entre mis manos. Le besé la frente y ella puso cara de disgusto.

-¡Luna! Ya basta.- Emilio la regañó.

-Sí, Luna, sé buena con papá.-dijo Sol, enojada.

-Cállate mocosa-dijo Luna, enojada.

Se llevaban por cinco años. Las adoptamos hace unos tres años y ellas lo sabían, éramos una familia muy feliz. Luna tiene catorce y Sol nueve.

-¡Hey! Acá se respeta.- gritó Emilio.

-Sí, Luna. Deja de ser tan irrespetuosa.- la regañé.

Sol me abrazó desde la cintura. Sentí el portazo que dió Luna y me alarmé, ya no es una niña para ser berrinches.

-Amor, cuida la comida. Sol, ve a ver caricaturas.-les ordené.

-Sí, papi.- dijeron Sol y Emilio al unísono.

Miré a Emilio, ruborizado. Los tres reímos y luego subí las escaleras.

-¡Luna! Abre.- llamé.

-¡No!- gritó.

-¡Abre o abro yo!

De inmediato abrió la puerta y miré su cara de enojada.

-Bebé, sabes que no me gusta que te comportes así. Si hay algo que te molesta, dímelo.- me senté en su cama.

-Papá, en el colegio hay una niña que me gusta. Pero no sé como decírselo, siempre la encuentro mirándome y sonriendome. -murmura apenada.

-Mira bebé, primero, habla con ella. Uno nunca está seguro si realmente le gusta a esa persona o no. No digo que no le puedas llegar a gustar. Mírate, eres preciosa. Pero a veces confundimos las señales.- le dije mientras acariciaba su cabello rizado y pelirrojo.

-Está bien. Te quiero mucho, Joa.- susurró y se apegó a mi cuerpo.

-¿Y por eso estabas enojada?- pregunté cuando se separó de mí.

-Eh. Sí, estaba confundida y no sabía cómo llamar tu atención -dijo apenada mientras miraba hacia el suelo.

-Ahora baja a comer, que de seguro tu hermana y tu padre ya quemaron la comida.-salí corriendo a la cocina.

Vi a Emilio y a Sol jugando, se veían tan tiernos que no quise interrumpir. Pero la salsa se quemaba ya.

Después de unos minutos, serví la comida. Estabamos todos en la mesa, almorzando.

-Hoy iremos a casa de tío Anthony.- habló Emilio después de haber chupado sus dedos. Qué exagerado, tan rica no estaba la comida.

-Antonio, aunque se haya cambiado el nombre, sigue siendo el pequeño Antonio.- Emilio me miró fugazmente y yo le guiñé un ojo.

-Papis, en el colegio tratan muy mal. Ya no quiero ir...- dijo mi hija menor mientras jugaba con la comida.

-Hija, nos debiste decir antes...- murmuró Emilio. Lo miré. Traté de decirle con la mirada que debería ser más dulce y no regañar tanto.

-¿Qué pasó, chiquita? ¿Qué te dicen? Ambos podemos ayudar en eso.

-Me dicen que soy tan fea que mi madre me abandonó. -bajó la mirada y comenzó a sollozar.

Me paré rápidamente y la tomé en brazos.

-¿Fea tú? No, eres la niña más hermosa que he visto. Tus ojos grises son tan hermosos, que matan a cualquiera, tu cabello casi blanco, te hace ver como una princesa. Mis dos pequeñas son mis princesas.-miré a Luna y ella siguió comiendo, ignorandome.

-Nena, si tú madre te dió en adopción fue porque hay muchas cosas malas en el mundo. Tal vez tú ibas a estar muy mal, incluso sin comer, o sin educación. Con nosotros estás mucho mejor. - Habló Emilio.

-Aún así... quiero saber quién era mi mami...- susurró.

-Haremos lo posible y seremos muy sinceros contigo.- respondió Emilio. Lo miré orgulloso y nos abrazamos los tres.

-Conmigo no cuenten para el abrazo.- todos reímos, incluso ella.

-Papis, también dicen que mi familia es mala porque ustedes no deberían existir. Hasta las maestras me dijeron eso.- con lo último Emilio y yo nos alarmamos.

Luego de unas cuantas horas llegamos al aula del colegio de mi hija menor. Dejaríamos lo de Anthony para la noche.

Yo iba a hacer un discurso. Quería que todos estuviesen presentes. Así que también invitamos a las profesoras. Obviamente después de todo eso, íbamos a cambiar a Sol, la gente no cambia de un día para otro.

-¿Por qué seguir creyendo que las parejas de sexos opuestos, por ejemplo, son mejores padres? Cada día vemos en la televisión noticias de violaciones, maltratos, atropellos, en parejas de sexos opuestos, no pretendo decir que los homosexuales estamos absueltos de esto, más bien decirles que el amor y el respeto no solo están presentes en parejas comunes de heterosexuales sino que se da en todos los seres del planeta, cada uno de nosotros merece ser respetado sea o no del agrado de los demás, independiente de los gustos, características o intereses que este presente. Si queremos llegar a ser una sociedad plenamente viva y adecuada debemos atrevernos a luchar por estos, no solo por la homosexualidad, sino, por todas las injusticias que cada día surgen y aumentan.-di un discurso que ya había hecho antes. Era el discurso de mi primer concierto, sólo que ahora estaba más completo. Emilio y yo nos dimos una mirada cómplice y los demás nos miraban con una cara larga.

Emilio se acercó a mí y me besó apasionadamente, sentí miradas encima de mí y nos echaron. Mi familia y yo salimos contentos de ese colegio. Así como los chicos están acostumbrados a ver besos de heterosexuales, nosotros hicimos que vieran nuestro amor, en una acción. Tal vez estuvo mal pero no nos arrepentiamos.

Y así fue, mi aventura de hoy, con mi familia loca. Y así serán, todos los días, pues con ellos mi vida es una aventura.

Sin entenderte ; EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora