Brynda se despertó lentamente, con la mente aturdida, como si todo alrededor de ella sucediera en una llanura surreal. Era la mitad de la noche. Hacía mucho frío. Y aún así se sentía tibia y efervescente y... excitada.
Las enredaderas. Las enredaderas estaban...
Sus ojos se abrieron cuando se dio cuenta de que su clítoris estaba siendo lamido.
Cerró los ojos con un gemido, sin necesitar mirar abajo para saber que de algún modo eran las plantas la que le hacían esto. Su mente estaba nublada, tan increíblemente aturdida...
—Ten cuidado con las enredaderas, muchacha —le había advertido el Teniente
Zaab—. Se alimentan del jugo de las muchachas.
Ella tragó nerviosamente.
—¿Beben sangre?
—No. —Rió entre dientes, su mirada barrió su desnudo cuerpo—. Es el intoxicante jugo del coño lo que anhelan.
Ella se ruborizó, pero sonrió.
—Eso no suena tan malo...
—No, muchacha. —Zaab sacudió la cabeza, su expresión seria—. Entre la cantidad de jugo que toman y los alucinógenos con que te alimentan... —Suspiró—. Permítenos solo decir que este es el método con el cual mi gente someten a los esclavos humanos a nuestra demanda. —Sus ojos se arrastraron hacia abajo donde Harry frotaba de manera posesiva su coño, su marido le había ordenado que abriera los muslos para que el macho gorila pudiera oler fácilmente su olor sobre ella—. Las enredaderas pueden volverte loca.
Brynda echó un vistazo a su cuerpo, confirmando visualmente que las palabras del soldado gorila eran ciertas. Dos enredaderas la habían envuelto, extendiéndola en el suelo de la selva, una de las flores de la enredadera se sujetaba en su clítoris, succionándolo con un pico de delirante excitación.
Gimió desde detrás de la mordaza de la planta, incapaz de moverse, incapaz de hacer nada aparte de yacer ahí y someterse con los muslos abiertos de par en par y los brazos empujados arriba de su cabeza.
Puso los ojos en blanco y arqueó la espalda mientras la boca succionadora de las flores succionaba más fuerte. Se corrió con un gemido bajo, sus pezones apuntando arriba en el aire frío de la noche, luego gimió cuando dos flores se engancharon en ellos y se amamantaron vigorosamente.
Lloriqueó detrás de la mordaza, otro orgasmo acercándose rápidamente.
El brote de la flor que trabajaba en su clítoris succionó mas duramente aún, chupando y chupando y chupando y...
Estalló en otro orgasmo, su cuerpo temblando mientras se corría violentamente, el bonito brote rojo absorbiendo el jugo de su coño mientras los dos brotes rosados que estaban sujetos en sus tiesos pezones se amamantaban aún mas duramente.
—Solo se pondrá peor —murmuró Zaab, su erección obvia mientras miraba al cuerpo de Brynda convulsionarse en un orgasmo alrededor de la polla de Harry.
Harry la habían colocado en su regazo, la espalda contra su pecho, y le ordenó que lo montara delante de los soldados gorila a los que debía dar prueba del reclamo de propiedad de acuerdo con sus propias costumbres. Sus pechos se sacudían mientras gemía y lo montaba.
—Cuanto más jugo les des a las enredaderas, muchacha, mas anhelarán. —Gruñó mientras dos esclavas empezaban a chuparle. Hicieron turnos para complacerle, una chupándole el miembro mientras la otra chupaba sus apretadas pelotas—. Día y noche, sin parar en su pasión...
Él se derramó con un fuerte gruñido que reverberó.
—... bebiendo de tu poción de bruja hasta que te vuelvas loca...
El cuerpo de Brynda tembló violentamente mientras se corría más fuerte de lo que lo había hecho la última vez. En ese punto su sistema había sido bombeado lleno de alucinógeno como para experimentar pánico, pero extrañamente, saber que debería sentirlo le servía para asustarla.
Las flores de las enredaderas continuaron su asalto, amamantado más y más fuerte, haciéndola arder y gemir, una y otra vez, repetidamente.
Mantuvieron el ritmo durante tres horas más. Tres abrumadoras, inexorables, violentas horas de orgasmos.
Cuando Harry la encontró, cuando hubo matado a las enredaderas y desenredado las débiles fibras de su cuerpo, los ojos de Brynda eran salvajes, su cuerpo tembloroso, su mente astillada por el efecto combinado de los alucinógenos y los clímax.
—Es mejor que te monte —le aseguró Harry suavemente mientras le hundía su tiesa polla en el coño. Sus dientes rechinaron—. Mi polla hará que te sientas mejor, nee'ka.
Brynda lloriqueó mientras el la follaba largo y duro, su mente medio loca, no enteramente consciente de lo que sucedía. Todo lo que sabía era que necesitaba su polla enterrada dentro, sabía también que su marido tenía gran dolor porque se negaba al orgasmo por temor a que desencadenara al collar nupcial.
—¿Por qué? —cuchicheó débilmente, el mundo a su alrededor borroso y torcido. No podía enfocar nada, ver nada, así que se concentró en la voz de su Compañero Sagrado y en la polla que bombeaba dentro de ella.
—Zaab dice que las enredaderas te bombearon afrodisíaco —gruñó, sus ojos cerrados mientras la follaba más duramente, su polla estrellándose contra su coño una y otra vez—. Es como someten a los esclavas, haciéndolas hambrientas de la polla.
Giró las caderas y se hundió mas profundamente, los suaves gemidos de Brynda diciéndole que le estaba dando la cantidad apropiada de la apacible liberación sin permitirle demasiado.
—Debes permitirte tanta liberación suave como necesites, ty'ka —dijo con voz ronca—.
Sé que no te enviaré a la locura permitiéndote demasiado.
Sus palabras no tenían sentido para ella. Nada tenía sentido para ella. Solo sabía que se sentía bien, que necesitaba seguir sintiendo la gruesa polla hundiéndose en ella, que necesitaba la fricción.
La folló durante lo que parecieron horas y probablemente lo fue, dándole liberaciones tibias y borrosas que sirvieron para calmarla. Gimió y gimió mientras su polla, que anhelaba desesperadamente, la follaba, bombeando en su canal una y otra vez.
Surrealista como el estado del sueño.
Cuando finalmente acabó, cuando ella estuvo débil y exhausta pero momentáneamente sintiéndose racional y cuerda, Harry la levantó en sus pesadamente musculosos brazos y la llevó por la selva, determinado a no parar hasta que el crucero gastroluz pudiera ser visto a lo lejos.
Los alucinógenos duraron bastante, pero llevó dos días de constante sexo antes de que se sintiera completamente calmada y normal otra vez. Los profundos empalamientos que Harry le dio no habían funcionado para más que una hora cuando se sintió desesperada y loca otra vez, necesitando ser aliviada.
Pero ahora había acabado.
Brynda estaba en la portilla mientras el crucero daba bandazos al despegar, diciendo adiós al teniente Zaab y al general Zaqari. Por extraño que sonara considerando lo que le había sucedido en la selva, iba a echar de menos a Dementia. Y a los Dementians.
—Tengo el presentimiento de que los veremos otra vez —murmuró Harry a manera de consuelo mientras decía adiós también.
Ella sonrió.
—Eso espero —dijo suavemente, mirando mientras los cazadores gorila desaparecían en la selva. Miró a Harry—. Si no hubiera sido por el casi desafío de Zaab todavía estaría esperando a hacerte el amor.
El rió entre dientes mientras plantaba un beso encima de su cabello.
—Quizás —dijo—. Pero lo dudo.
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Sin Miedo (H.S) 5
Science FictionEl siguiente material incluye contenido sexual gráfico para lectores adultos. Esta historia ha sido calificada como una obra de contenido E por un mínimo de tres críticos independientes. Ellora's Cave Publishing ofrece tres niveles de lectura Romant...