Capitulo 10

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Harry sabía que Brynda estaba asustada mientras cerraba de golpe la puerta de madera que dividía la cámara que les habían dado para usar separados del resto de la choza. Por lo menos, cuando se giró para encararlo, empezó a retroceder lentamente como si temiera que él la hiriera.

Él anduvo a zancadas hacia ella, las botas taconeando en el piso aprisionado de tierra, su mirada nunca la abandonó. Convocó su qi'ka, mentalmente tirándola al piso y haciéndola jadear.

La mandíbula se le apretó.

—Moriría antes que herirte, nee'ka —dijo con voz ronca, sus ojos recorriendo su cuerpo—. Lo sabes.

Ella se mojó los labios y miró nerviosamente a lo lejos.

—Entonces deja de mirarme tan fijamente —exhaló—. Te estás comportando como un loco.

Él se dio cuenta de que quizás lo fuera, dándose cuenta también que probablemente no la debería tocar esta salida de la luna cuando se sentía como una loca bestia del barranco en celo, incluso sabiendo también que no había oportunidad de que ella dejara esta cámara sin ser tomada por él. El desafío cercano de Zaab, inocuo o no, había traído al depredador acechando dentro de él mucho más mortal que nunca.

—Necesito unirme a ti, ty'ka —dijo recargadamente. Las ventanas de la nariz dilatándose mientras se paraba delante de ella, enredándole posesivamente las manos en el pelo—. Necesito que esos machos huelan mi olor en ti.

Los ojos de Brynda se abrieron.

—Quieres marcarme —exhaló.

Las manos de Harry se desenroscaron del pelo y se arrastraron por su cuerpo desnudo.

Pasó las grandes manos por sus senos, las callosas palmas rozando los pezones.

—Sí —gruñó

Ella se mojó los labios. Y entonces sonrió.

—¡Oh, Harry... esa es la cosa más sexy que un hombre me ha dicho jamás! —Alzó los brazos, riendo cuando él instintivamente la cogió.

Él suspiró, pareciendo desorientado.

Ella le envolvió los brazos alrededor de su cuello y colocó una serie de rápidos besos por toda su cara.

—Eres tan sexy —dijo entre besos—. Y quiero que me marques increíblemente mal.

—Eres quizá la nee'ka más extraña que existe —gimió mientras la llevaba a la cámara de madera, hacia la oculta cama de ramas y la estiró. Sonrió mientras convocaba sus cueros fuera de su cuerpo y se situaba encima de ella—. Gracias a la diosa —murmuró.

Ella acarició sus antebrazos, sintiendo su piel bajo los dedos mientras los arrastraba hacia arriba, luego envolvió los brazos alrededor de su cuello otra vez. Su amplia sonrisa se desvaneció mientras una expresión seria ocupaba sus rasgos. Buscó sus ojos, sus sentimientos por él allí, para verlos, para sentirlos.

—Gracias —susurró ella.

Los ojos de Harry resplandecieron mientras se estrechaban de deseo. Le apartó un mechón de rubio cabello de la línea de visión mientras estudiaba sus ojos.

—¿Sabes cuan solitario he estado todos estos años, esperando a que nacieras? — murmuró.

Cuando consideraba que él había vivido cientos de años de acuerdo a sus estándares de tiempo y que había estado sujeto a una soledad absoluta durante la mayoría de ellos, estuvo malditamente cerca de llorar. En vez de eso respiró profundamente, no era del tipo que se rompía.

Sin Miedo (H.S) 5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora