Prologo

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Palacio de los Espejos

Luna Roja de Morak, Séptima dimensión

6049 Y.Y. (años Yessat)

—Mis sobrinas podrían estar en cualquier sitio. —Suspiró, pasándose la mano distraídamente por la melena negro medianoche—. Es todo lo que te pido. Un último pedido antes de que te libere de tu instrucción y puedas gobernar sobre tus propios sectores.

El Alto Señor Harry Q'an Ri reconoció las palabras del Rey de Morak con un asentimiento apenas perceptible de la cabeza.

—Si han huido a la primera dimensión, Poderoso, es un voto que las encontraré.

Kil gruñó mientras paseaba con Harry hacia el ala oeste de la fortaleza.

Había solo una plataforma de lanzamiento dentro de los límites del palacio lo suficientemente grande como para acoger la partida de una nave tan inmensa como un crucero de gastroluz.

—Es más probable que las muchachas se hayan quedado dentro de esta dimensión, pero hay también una posibilidad, aunque pequeña, de que hayan buscado refugio en la tierra de sus manis.

Harry se paró antes de entrar en la cámara y envió a un subordinado a traerle sus armas.

Giró para mirar a su primo Kil, el caudillo que había sido su maestro, mientras un joven guerrero en la instrucción cerraba los zorgs en los antebrazos llenos de venas de Harry.

—¿Saldrás con tus hermanos para rastrear la séptima dimensión entonces?

—¡Shh!

Los ojos azules resplandecientes de Kil recorrieron cuidadosamente el pasillo de cristal negro mientras se aseguraba que las palabras de su primo no hubieran sido oídas de casualidad por su siempre astuta nee'ka. Frunció el ceño. Según el punto de vista de

Mari, sus sobrinas no deberían ser devueltas forzosamente a Tryston, aunque era eso precisamente lo que él y sus hermanos planeaban hacer.

Así que Kil no dijo nada mas sobre ese tema cuando se despidió de ella, prefiriendo abstenerse de otra conferencia sobre cerdos en el poder y paradigmas dominantes trastornados. Inevitablemente, pensó mientras estrechaba los ojos y fruncía los labios, conversaciones como ésta acabarían con que el Rey de Morak no vería acción en los cueros vesha por una salida de luna o dos.

Él gruñó. Definitivamente no molaba.

—Sí. —Kil cuchicheó, sintiéndose como un burro por temer la ira de una esposa cuya altura apenas superaba su ombligo—. Aunque Mari cree que viajo al planeta Meridiano de la cuarta dimensión en una misión de paz y buena voluntad.

Harry sacudió la cabeza ligeramente, los principios de una mueca tirando de los bordes de su boca. No era un guerrero conocido por sonreír mucho, así que el hecho de que sonriera fue todo un signo para Kil de cuan gracioso encontraba su apuro. Harry era mucho mas alegre de lo que Kil había sido o sería jamás, pero había aprendido durante años Yessat que era deseable permanecer estoico en apariencia, por lo menos con otros guerreros. Solo con una Compañera Sagrada estaba permitido bajar la guardia un poco.

Kil suspiró, exasperado.

—¿Qué tendrías que decirme de ella? —se quejó—. Ya sabes como de malditamente irritable se pone cuando se monta en uno de sus arranques de femilismo.

—Feminismo —murmuró Harry, sus ojos centelleando—. Se llama arranque feminista.

—¿Sí?

—Sí.

Kil gruñó. Su mano ondeó distraídamente.

—Femilista, feminista... no hay diferencia. Por lo menos, la muchacha puede irritarme como ningún otro con su maldito parloteo.

Sin Miedo (H.S) 5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora