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Shi Huan contempló la foto en la pantalla de su laptop.

Definitivamente, la sonrisa le sentaba muy bien a ese hombre: suavizaba sus rasgos y tenía una dentadura preciosa

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Definitivamente, la sonrisa le sentaba muy bien a ese hombre: suavizaba sus rasgos y tenía una dentadura preciosa.

Después de la imagen en que aparecía de traje y sonriéndole a alguien que el fotógrafo no consideró importante, seguían fotografías de Nicholas Long en ropa más informal, en su yate en una tarde de verano, jugando polo en Inglaterra... Sin embargo, después de quince minutos de búsqueda, Shi Huan solo había conseguido reunir una veintena de imágenes – incluyendo las no oficiales – y dos artículos que trataban sobre el hombre en cuestión. No decían mucho y había incongruencias entre ambos: uno decía que había nacido en 1986, el otro en 1983; uno decía en Londres, el otro, en Pekín o Shanghái. Tampoco se ponían de acuerdo sobre las nacionalidades de sus padres o dónde cursara estudios. Se le reconocía como un hombre rico, propietario de varios inmuebles, entre los que se incluía una Clínica Plástica en Europa. También se mencionaba que tenía participación en numerosos negocios, casi todos vinculados con el comercio y con la industria naviera; pero era como si Nicholas Long fuera un misterio.

Después de cinco minutos más, Shi Huan encontró una pequeña noticia de un periódico local en que se consignaba que 'el magnate Nicholas Long, con conexiones en la industria marítima y del ocio, había mostrado interés en construir su nueva casa en Hong Kong, aunque todavía no había definido cuál sería la ubicación exacta de esta'.

El chico se mordió el labio inferior, pensativo. Si estaba buscando una casa, tal vez debería de presentarle a Ming Yi. Después de todo, era agente inmobiliario. Por un momento, Shi Huan imaginó a Ming Yi y Nicholas Long juntos, conversando.

Un quejido bajo dejó sus labios y tuvo que cerrar los ojos para frotárselos con los dedos. Una punzada de dolor acababa de atravesar su cabeza, como un aguijonazo.

Desechó la idea. Sería mucho mejor si Ming Yi y Nicholas Long no se conocían nunca. Ya era bastante evidente que el señor Long tenía una extraña influencia en Shi Huan para además ponerlo junto a su novio.

No era como si Nicholas Long hubiese demostrado ningún interés especial en él, se dijo; pero lo cierto era que... estaba impresionado. Algo en ese hombre le atraía, le... llamaba.

Un zumbido le hizo pegar un salto en el asiento y resoplando, impaciente, buscó el móvil.

Se quedó mirando la pantalla, desconcertado. No era normal que Ming Yi le llamara cuando se encontraba de viaje, ¡y ya lo había hecho hacía dos noches!

—Hola — dijo cuando descolgó —. ¿Ocurre algo?

—No. ¿Tú?

Siempre tan expresivo, consideró Shi Huan mentalmente.

—Todo bien. Creo haber salido bien en el examen y ya terminé. Ayer volví al trabajo. Fue una noche tranquila. Me tocó cubrir la recepción y espero que hoy sea lo mismo porque Liao Xiuying está cuidando a su hermana. La chica va a tener gemelos. ¡Si no los tuvo ya! —rio divertido —. ¿Y tú? ¿Viste a Xian-gege? ¿Y a San Lang? ¿Cómo están? ¿No van a venir en este verano? ¿Qué están haciendo? ¿Tienes mucho trabajo todavía? Regresas el próximo viernes, ¿no?

Mi destino... nuestro destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora