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Ban Yue se empinó en las puntas de los pies para observar a través de la ventana al exterior. Con un suspiro, regresó a su posición junto al resto de sus colegas, con los hombros bajos.


—Sigue lloviendo — dijo.

—Lleva dos días así — resopló Song Xia —. Dos días sin clientes. Dos días sin trabajo.

—Dos días viéndonos las caras — murmuró Shi Huan y echando la cabeza atrás, observó el techo durante unos segundos —. ¿Cuándo fue la última vez que llovió de este modo?

—Antes de que mis padres nacieran — rezongó la chica mayor —. Y te recuerdo que fui su último intento de conseguir un heredero a los cuarenta años.

—¿Va a continuar así por mucho más? ¿Vieron algo en la TV? ¿En... algún lugar? ¿Qué dice la tía guapa del tiempo?

—¿La de las tetas grandes? — frunció la nariz Ban Yue —. Ni siquiera sabe hacia dónde queda el noroeste cuando va a decir la dirección del viento.

—Tal vez no deberíamos de abrir hasta que este temporal pase — propuso Song Xia.

—Estoy de acuerdo — asintió Shi Huan, enfático.

—¡Bien! Ahora ve a decírselo al señor Chu.

—¿Yo? ¿Por qué yo?

—Porque el señor Chu te adora. Ahora, chico listo, ve a decirle...

—El señor Chu dice que nos vayamos a casa, compañeros.


Yin Yu hizo el anuncio al tiempo que entraba al salón.


—¿Lo dices en serio? — saltó Ban Yue, yendo hacia él con saltitos de conejo —. ¿Lo dices en serio, maestro Yin?

—Por supuesto que lo digo en serio, Shi-mei. El señor Chu está un poco... fatigado y ha decidido cerrar por esta noche. Si la lluvia continúa, tampoco abrirá mañana, así que...

—Tenemos descanso extra.

—¡No es justo! —se quejó Shi Huan —. Mañana es mi descanso. ¡No tendré descanso extra!

—Pues mejor te das prisa ahora para que puedas aprovechar la noche.

—Tengo que llegar al metro con este torrencial.

—Puedes quedarte en el departamento con nosotras — sugirió Ban Yue —. Li Mei y Wang Fei están en casa de los padres de Wang-jiejie.

—Puedes dormir en el sofá — consintió Song Xia, magnánima.

—¡No quiero dormir en el sofá! ¡Quiero un franco extra!



Media hora después, mientras salían del edificio, Shi Huan seguía reclamando su descanso extra, diciéndole a Song Xia que, como jefa de turno, era su obligación darle un día más de descanso. La chica fingió no escucharlo y Ban Yue le reiteró la oferta de que se quedara en el departamento que las chicas compartían. El joven abrió su paraguas, rezongando todavía, cuando salieron a la calle.


—¡Me merezco un día más como todos!

—Ya lo tuviste cuando saliste a cenar con tu novio — le recordó Song Xia.

—No tuve un día más para salir con Ming Yi, ¡y de eso hace casi un mes! Solo cambié mi turno.

—Creo que no necesitarás nuestro sofá, gege — canturreó Ban Yue, que se había colgado del brazo de su amiga para refugiarse bajo el enorme paraguas rojo.

Mi destino... nuestro destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora