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Shi Huan estudió su imagen en el espejo, girando a medias para estudiar el efecto de la ropa elegida. Con un siseo impaciente, regresó al armario mientras se sacaba el suéter con un tirón que casi lo desgarró antes de arrojarlo a la cama. Rebuscó entre las perchas hasta encontrar dos camisas y las dejó encima del cobertor, estudiando el contraste con la chaqueta color marrón. Quería lucir elegante, sofisticado... la compañía adecuada para Nicholas.


El pantalón negro delineaba su trasero y sus caderas, casi demasiado provocativamente; pero eso sería disimulado más tarde por la chaqueta. Si conseguía elegir el conjunto correcto.


Shi Huan nunca había dudado de sus conocimientos o de su instinto para la moda; sin embargo, la posibilidad de encontrarse sentado durante toda la noche junto a un hombre que solo vestía trajes de diseñador, estaba poniéndole de los nervios. Se sentía inseguro de su apariencia, de su cabello, de la calidad de su ropa, de su forma de hablar y comportarse... Se sentía como adolescente en su primera cita.


—No es una cita, Shi Huan — musitó a través de los dientes apretados —. Su hermano. Le recuerdas a su hermanito.


A pesar de que había pronunciado las palabras para sí mismo, buscando recordar que no tenía de qué preocuparse, su tono no había sido todo lo desenfadado que quisiera. Debía admitir que estaba decepcionado y un poco herido en su orgullo. Bueno, no todos los días se arrojaba encima de un hombre para luego enterarse de que el otro solo lo veía como el sustituto de su hermano muerto.


Muerto. Shi Huan sintió un escalofrío recorrerle de la base de la columna a la nuca. ¿Qué edad tenía el hermano de Nicholas al morir? El mismo Nicholas no era mucho mayor de los treinta, así que su hermano posiblemente hubiese muerto antes de cumplir los veinte.


Cerró los ojos, concentrándose en respirar.


Cuando era niño, después de la muerte de sus padres, las pesadillas habían sido algo común y Shi Huan solía despertar en estado de pánico en mitad de la noche, sabiendo – por encima de todo – que no tenía a quien acudir. Por sí solo, el niño de entonces había desarrollado un ritual de su propia creación: respirar, concentrarse solo en respirar mientras imaginaba que estaba en un mundo diferente, en un mundo en que él era un ser poderoso, alguien capaz de dominar los cielos y el viento, alguien que no sentía miedo nunca.


Hizo un mohín cuando la incómoda sensación hubo pasado. No tenía idea por qué pensar en el hermano menor de Nicholas le afectaba de ese modo. Quizás era que, a pesar de lo sucedido, seguía sintiéndose atraído por el hombre.


El sonido de una campana le obligó a salir de su distracción para agarrar el móvil y ver que un mensaje había entrado.


Ming Yi.


Le decía que estaría lejos más de lo esperado, que no pasara mucho tiempo pensando en tonterías y que le mantuviera al tanto de cómo iba todo.


Shi Huan se mordió el labio inferior, percatándose en ese instante de que no le había contado a su 'novio' que ya no tenía que preocuparse por la beca.

Mi destino... nuestro destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora