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Gu Zhi se aclaró la garganta y giró hacia Nicholas Long; sin embargo, mantuvo la vista baja mientras decía:


—Señor Long, si usted me autoriza, me retiraré ahora. Estoy a su disposición cuando me necesite.


Nicholas no dio muestras de asentir, pero el joven lo interpretó de ese modo y con una inclinación dirigida a Shi Huan, abandonó el departamento, cerrando la puerta.


Shi Huan no había desviado su atención de Nicholas. Se obligó a concentrarse en la irritación que sentía incluso después del largo viaje en taxi desde su departamento.


—Creí que todavía estarías celebrando — comentó Nicholas con calma.


El joven entornó los ojos.


—Si hubieses ido, sabrías que estuve toda la noche viendo a los demás divertirse — se maldijo por dejar salir ese pequeño rencor —. No me cambies el tema, Nicholas.

—Y, ¿cuál era el tema? — alzó una ceja el hombre mayor.

—¡Ming Yi! ¡Tú!... ¿Golpeaste a Ming Yi?

—¿Por qué preguntas directamente si lo golpeé? ¿No crees que él pudiera haberme golpeado?

—¡Ni siquiera parece que hayas estado en una pelea!

—Quizás porque no lo estuve — se encogió de hombros.


Shi Huan pestañeó, aturdido. Enseguida apretó los dientes y soltó un siseo furioso.


—¡No juegues conmigo! ¿Peleaste con él o no?

—¡Ah! ¿Ves? Ya cambias la forma de preguntar. Puede que hayamos peleado. Un poco.


El joven lo estudió por unos segundos.


Nicholas Long pareció ignorar su escrutinio mientras se daba vuelta y se dirigía al minibar. Rodeó la barra de madera y abrió una de la puertecillas para tomar una botella. Se sirvió un vaso de whisky y finalmente alzó la vista de vuelta al joven.


—¿Quieres beber algo?

—No — sacudió la cabeza con fuerza —. No, quiero tener esta conversación con la mente clara...

—Creí que eras lo suficiente adulto para no embriagarte con un trago.

—¡Basta! ¡No me has respondido aún!

—¿Necesitas una respuesta? — alzó una ceja Nicholas al tiempo que se llevaba el vaso a los labios.


Shi Huan frunció el ceño.


—¿Por qué? ¿Por qué golpeaste a Ming Yi? Si es que realmente lo hiciste — agregó con recelo.

—Ahora dudas.

—Dudo que lo hicieras con tus propias manos. No es... no debería ser tu estilo.


Nicholas vació el contenido del vaso y lo dejó encima de la barra. Observó a Shi Huan con ojos entrecerrados.

Mi destino... nuestro destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora