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Yin Yu entró en el departamento y se descalzó los zapatos antes de seguir rumbo a la cocina. Dejó las bolsas encima de la barra y se arremangó la camisa para empezar a distribuir las compras en bolsas y recipientes debidamente etiquetados que ubicó en la nevera y en las estanterías. Cuando guardaba el último recipiente, unos brazos le rodearon la cintura desde atrás y una cabeza descansó pesadamente en su espalda.

—Shixiong llega tarde hoy — musitó una voz soñolienta.

Yin Yu se humedeció el labio inferior. Apoyó una mano en los brazos que lo apretaban con demasiada fuerza y dijo:

—Es el horario en que cierra el restaurante normalmente.

—No, no lo es —negó el otro con obstinación, presionando el rostro contra su camisa, lo cual hizo que su voz sonara apagada —. Shixiong demoró treinta y siete minutos y dieciséis segundos más que ayer.

Si viniera de cualquier otro, Yin Yu se hubiese sorprendido de esa exactitud; pero tratándose de Qian Yi Zhen, solo pudo suspirar, derrotado.

—Fui a hacer unas compras para el fin de semana y me demoré en encontrar un taxi. Siento haberte hecho esperar.

Los brazos alrededor de él se apretaron con más fuerza, provocándole dolor.

—Creí que Shixiong me había dejado. Otra vez.

Yin Yu cerró los ojos y con un esfuerzo, aflojó el abrazo lo suficiente para darse la vuelta. Agarrando el rostro del otro, hundió las manos en los cabellos rizados y lo obligó a alzar la cabeza para mirarlo.

—No voy a irme a ninguna parte, Shidi.

Los ojos oscuros del más joven lo observaron con una mezcla de temor y dolor que se transformó en determinación.

—No sin mí — declaró.

—No sin ti — asintió Yin Yu y estudiándolo con el entrecejo fruncido, preguntó: —¿Ya te bañaste? ¿Comiste lo que te dejé?

Qian Yi Zhen asintió con entusiasmo.

—Shixiong tiene que bañarse y descansar. Yo cuidaré de shixiong esta noche.

Yin Yu casi sonrió, adivinando cuáles serían los cuidados que le esperaban.


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Shi Huan soltó un sonoro suspiro y tiró el móvil a un lado. Había empezado tratando de conectarse con Xian Le o con Ming Yi – misión imposible con este último – y después de chatear unos diez minutos con su amigo, había terminado buscando una vez más el artículo donde leyera acerca de las posibles conexiones de Nicholas Long con la mafia.

Por supuesto, tampoco esta vez había encontrado nada.

Observó el móvil. A pesar de haber llegado a casa hacía casi dos horas, no conseguía conciliar el sueño. Había sido una tontería comportarse de ese modo, rechazando una propuesta que no había recibido... que probablemente no iba a recibir en realidad. Había visto al señor Long con esa mujer pelirroja. No tenía razones para pensar que tuviera algún interés... sexual en él y, sin embargo, en ocasiones había sentido...

¡Tonterías! Se cubrió el rostro con una almohada, gritando contra ella. ¿Cómo había sido tan creído como para rechazar a un hombre que no le pretendía? ¿Qué pensaría Nicholas Long de él ahora? Y con certeza no volvería al restaurante: Shi Huan no tendría oportunidad de recuperar cara ante él.

Xian Le le había preguntado si le ocurría algo y Shi Huan había dicho que estaba cansado por los exámenes y el trabajo. Naturalmente que no iba a mencionar al cliente de restaurante con el que acababa de hacer el mayor ridículo de su vida. No sería correcto: después de todo, aunque Xian Le era su mejor amigo, también era el novio del mejor amigo de Ming Yi.

Mi destino... nuestro destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora