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Dylan Mcfly y yo habíamos estado juntos desde la preparatoria. Todo era perfecto, cuando al fin hicimos nuestras carreras universitarias trabajamos sin descanso para tener un fondo lo suficientemente grande para comprar una casa, un espacio solo para nosotros, para hacer florecer la relación.

No estábamos casados pero no nos importaba estarlo, estábamos bien así, quizás aún no era el momento adecuado o quizás todo estaba predestinado para que fuera así.

Aún viviendo bajo el techo de nuestros padres, que no era malo pero tampoco conveniente. A Dylan eso de pasearse con la agente y ver casa no le gustaba, confiaba en mi criterio de elegir la adecueda. Y no pude haber elegido peor.

Fue amor a primera vista.

No solo por el vecindario, hermoso, buenas y grandes casas, cada una era más hermosa que la anterior. Estaba en una esquina, era preciosa, piedras decoraban la fallada, la hacían casi natural, los arbustos estaban verdeando y las flores empezaban a nacer.

Solo pude aceptar ver esa casa por la curiosidad que tenía del vecindario, me ilusionaba el pensar si quiera vivir ahí.

Pisos de madera, escalera amplia, un piso, hermosa cocina empotrada.

-Esta casa esta dentro del su presupuesto.- la agente estaba feliz con decir aquello, en seguida le eché un vistazo al papel, y la casa se encontraba dentro de mi presupuesto.

No pregunte por nada, simplemente hice el cheque y lo entregué, feliz de al fin poder tener intimidad con mi Dylan. Estaba en mis tiempos de vacaciones, así que mientras él trabajaba yo podría estar en casa arreglándolo todo.

Seguía recorriendo la sala, un lejano llanto de bebé llego a mis oídos, lo primero que pensé es qué esa criatura tenia fuertes pulmones, pero el llanto no se paró en ningún momento.

-¿Escucha eso?- la agente se giró hacia mí con la intriga en la cara, me estaba mostrando las habitaciones de la planta superior, insistió en eso a pesar de que ya había firmado el contrato que me hacia dueña de la casa y dado el cheque.

-Yo no escucho nada.- se encogió de hombros y siguió con el tour.

El llanto no paró en ningún momento, juro que salí de la casa y aún podía escucharlo.

Quizás debí haber tomado eso como una señal. Pero no lo hice, seguí adelante con mi sueño.

Pero todos tenemos ese sueño independiente de una buena casa, una buena vida. Quizás fue el destino. Quizás yo elegí mal. Quizás así debía de terminar todo.

Fantasmas del pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora