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El mundo se deformaba y volvía a formar ahogué un sofoco y escupí la sangre que cubría mi boca. La nariz me palpitaba, la cabeza me ardía, y algo tiraba de mis piernas.

Los puntos negros comenzaron a dispersarse y podía ver el pasillo. Me estaba adentrando más a él. Alcé la cabeza para ver mejor era el, no sentía su agarre, pero era él.

Paleaba con fuerza, soltaba gritos por el esfuerzo, logré soltarme y me preparé a correr pero todo estaba oscuro, la poca luz que entraba en casa era de los faros y la misma luna en cielo.

Me sentía desorientada. Pero no perdí tiempo, corrí, el pasillo se volvió el doble de largo, estaba jadeando y el corazón no paraba de golpearme el pecho con fuerza. Me atreví una mirada atrás y me arrepentí, el estaba ahí, justo atrás con una risa en su cara, disfrutando lo que me hacía. Quité la viste y me desplome en el piso, pude evitar el golpe a mi cara con mis manos, estaba arrastrándome de nuevo, llevándome atrás.

Me aferré a una pequeña mesa y pateé con fuerza, volví a soltarme, casi lloro de felicidad al pisar el segundo escalón. Pero el apareció frente a mi triunfante, soltó una risotada, me tomó del cabello y me tiró abajo. Rodé con fuerza, pero ya estaba abajo, solo debía llegar a la puerta, estaba mareada y adolorida pero no perdí tiempo,  sin pensar en nada llegue a la puerta y corrí al auto.

No tenía la llave. Chille desesperada, forcé la puerta pero estaba bien cerrada. Necesitaba las llaves, que estaban arriba en mi cuarto. Golpeé los vidrios con frustración.

Si salí una vez podía salir de nuevo, la casa se veía más oscura y sombría que nunca, el reflejo que me devolvió el carro era de una mujer demacrada, golpeada y con la cara muy llena de sangre. Toqué mi nariz y enseguida un ramalazo de dolor recorrió mi cara. Me mordí el labio, solté un suspiro y corrí dentro.

Mi vida dependía de esto, tomé con fuerza la baranda de las escaleras para impulsarme más rápido, las piernas me ardían y todo parecía una boca de lobo. Apenas llegué al cuarto lo revolví tomando las llaves del auto y mi celular que estaba a la vista.

Cuando salí de la habitación algo estaba muy muy mal. Algo cambió en todo esto, era diferente.

La vista me estaba engañando o perdí mis sentidos.

La casa estaba aún más silenciosa. Suspire y me lancé escaleras abajo abrí la puerta.

-¿Apurada cariño?- Dylan me miró extrañado. -¿Qué le pasó a tu cara? - me subió el mentón para verme mejor.- ¿Te golpeas sola para llamar la atención del doctor?- ladeó la cabeza.- Ya sabes que conmigo eso no te hace falta.- me dio un empujón y cerró la puerta tras él. Mi libertad y la luz de mi vida se apagó en ese instante.

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Feliz noche! Gracias por leer!!!

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Besos con chocolate!!!

Fantasmas del pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora