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Las lágrimas calientes corrían por mi fría y temblorosa piel, no podía quitármelas de la cara así que eso me frustraba un poco.

Todos hemos pensado alguna vez en la muerte, o en nuestra muerte, pero jamás pensé que sería tan...sola. Que estaría sola.

Necesitaba calmarme, mi nariz se podía aflojar en cualquier momento y no puedo limpiarla.

Apreté los ojos con fuerza mientras evocaba mis buenos momentos de paz.

Andrew y yo habíamos comprado algunas cosas y preparar una rápida cena. Sabía que su turno en el trabajo fue algo duro, y necesitaba comida y descanso.

Tomé unos pimentones y cebollas para trocearlos, mientras lo hacía una tímida mano me acarició la espalda.

-Me desconcentras...- dije en un suspiro.

-Eres fascinante...- dijo él como si no hubiera escuchado lo que dije.

-Para...- los halagos me avergonzaban así que no los recibía de muy buena manera.

-Capaz...-solté un suspiro.- inteligente...- me besó el cuello y yo deje de cortar los pimentones.- hermosa.- cerré los ojos absorbiendo sus palabras y sintiendo sus caricias y besos. -Muy hermosa. Más que eso preciosa...- este hombre me envolvía con cada palabra, con cada frase y cada respiración en mi nuca me hacía vibrar profundamente.

Eran tan placentero sentirme querida y deseada. Era casi una emoción ajena. Como sí nunca en mi vida hubiera sentido nada igual.

Porque mi vida ha estado llena de oscuridad y miedo, perseguida siempre por la sombra del recuerdo de Dylan y sin llegar muy lejos, acosada por la chica que habitaba en mi casa.

Definitivamente en ese momento no cocinamos y mucho menos comimos.

Devoramos nuestros cuerpos en el más puro y primitivo de los placeres. Fue total y completo y muy liberador.

Sus caricias me hacían sentir paz y sus besos iban borrando poco a poco agrios recuerdos. Suturaba emocionalmente mis heridas más profundas.

Nunca supe si sabía lo qué me estaba haciendo, lo mucho que me curaba con su cariño, tan simple pero tan grande que borraba los fantasmas poco a poco.

Quizás lo sabía, quizás esa siempre fue su meta.

Por un momento no me creía merecedora de tanto cariño, pero después de todo lo que sufrí había sido recompensada con ese hombre que era como mi ángel guardián, mi salvador y cuidador. Me rescató de lo más profundo y dañino de mis pensamientos y me permitió volver a vivir y respirar.

Claro...menos cuando me curó por última vez. Ningún amor es tan fuerte como para resistir un asesinato.

Quizás esta condena sea mejor, después de todo ¿Quién va a creerme? ¿Quién va amarme sabiendo esto que hice? Ya no podría recuperar al magnífico Fox.

El no vino nunca, ni una vez.

No esperaba un ramo de flores pero... Alguna palabra ¿quizas? No lo sé.

Mi vida no podía volver a la normalidad si lograba salvarme de esta condena. Sería aún más triste, habrían demonios.

Y mi casa, mi casa ya no existe, las llamas la consumieron completamente ¿dónde viviría?

No. Esto es mejor. Es una mejor decisión, aceptar mi destino. Solté un suspiro y apreté aún más los ojos.

Falta menos para acabar con todo y espero no volverme como la chica de la casa. Espero tan solo encontrar la paz que mi cuerpo y mi alma han estado pidiendo.

Llevar el yugo de los recuerdos y eco de cada golpe ha sido castigo y enseñanza suficiente por esta vida, vida que ya no me queda y vida que esta por acabar.

Dios, si estas ahí, si existes, que no duela, solo te pido que me lleves rápido. Solté un gemido involuntario pero no abrí los ojos.

***

Cada vez más triste, soy la escritora pero de vedad que sería algo difícil de vivir. ¿Qué creen?

No se olviden de comentar y valorar, no cuesta nada y me encanta leerlos!

Gracias por leer feliz noche!

Fantasmas del pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora