CAPÍTULO 2: ERRORES

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Najuk, 8:56 de la mañana

Aquello no podía estar pasando.

Era el segundo día de clases y ya estaba sufriendo.

-¿Me has escuchado, Jisung?-preguntó la profesora Joy, observando al aludido con severidad. Éste estaba paralizado en su silla, sintiendo las miradas de todos los demás clavadas en él.-Felix ha terminado su intercambio y ha vuelto a su país, la clase es ahora par y necesito recolocar los sitios. Te lo repetiré otra vez: siéntate con Chenle, por favor.

Jisung asintió débilmente, negándose a escuchar de nuevo otra reprimenda de la profesora. Agarró su mochila y se levantó, dirigiéndose con la cabeza gacha a la mesa doble situada justo delante de la pizarra, ocupada únicamente por Chenle.

Éste le miró de soslayo cuando se sentó a su lado, mientras garabateaba algo en su cuaderno. Parecía que iba a decirle algo, pero entonces la profesora Joy volvió a hablar, acallando cualquier murmullo y conversación que pudiera surgir.

-Por último... Jeno, ponte con Renjun, y Jaemin, con Mark. No sé cómo cometí el error de juntaros a principio de curso.-añadió la profesora, suspirando y señalando a los dos que había nombrado, recogiendo a la vez sus cosas del escritorio.-Sé que ahora os toca matemáticas y le tenéis un poco de manía al profesor Suho, así que comportaros bien. No me gustaría que volviera a mi despacho a quejarse de nuevo sobre vosotros.

La profesora salió de la clase tras despedirse. Sin embargo, nada más hacerlo entró el profesor Suho, serio e intimidante como siempre y sin darles ningún margen para hablar durante unos segundos entre asignatura y asignatura.

-Abrid el libro por la página noventa y cinco.-declaró, sin ni siquiera molestarse en saludar a sus alumnos.-Haced todos los ejercicios del uno al diez. Corregiremos al final de la clase.

Jisung suspiró, sacando su libro de cálculo de la mochila y colocándolo sobre la mesa. Odiaba las matemáticas con toda su alma, y odiaba muchísimo más al profesor Suho.

Sin embargo, lo que más detestaba en ese momento era estar sentado con Chenle.

El chico no le caía mal. Solo le conocía de vista y de hablarle, como máximo, una vez en su vida, por lo que no tenía ninguna autoridad para pensar nada sobre él sin saber cómo era de verdad. Sin embargo, Jisung llevaba prácticamente todo el curso sentado solo al fondo de la clase, y aquel drástico cambio era algo que su cerebro se negaba todavía a procesar. A eso se le añadía también el importante hecho de que la simple acción de estar sentado junto a otra persona le daba una ansiedad terrible que se le hacía imposible controlar.

Abrió el libro por la página que el profesor Suho había indicado, y comenzó a hacer los ejercicios en silencio, pretendiendo que se enteraba perfectamente de lo que los enunciados decían. Para él era como leer un idioma extranjero, uno que se comunicaba mediante fracciones, raíces cuadradas y logaritmos y que solamente era entendible por menos de un cuarto de la población mundial total.

Había releído varias veces la misma actividad y la solución que él había obtenido, la cual no concordaba ni una sola cifra con la que el libro le daba, cuando se dio cuenta por sí mismo del error que había cometido en la multiplicación. Rebuscó en su desordenado estuche una goma durante varios segundos, y al no encontrarla se rindió, tachando a lápiz con una gigantesca cruz lo que había escrito en el cuaderno.

-¿Quieres mi goma?

A Jisung casi le da un ataque al corazón al escuchar ese susurro a su izquierda. Alzó la cabeza hacia Chenle, que le ofrecía su goma con una sonrisa amable. Terminó negando con la cabeza débilmente y volvió la mirada hacia su libreta, enfrascándose de nuevo en el complicado ejercicio, más por hacer que Chenle dejara correr el asunto que por terminar las actividades a tiempo.

TO MY YOUTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora