CAPÍTULO 12: LA VERDAD

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Najuk, 10:21 de la mañana. Una semana más tarde

Dependiendo de la persona a la que se le hiciera la pregunta, sus respuestas variarían entre que aquella semana de las vacaciones de primavera había sido la peor o la mejor de sus vidas. 

Con la clara ventaja de conocer la ubicación exacta de la casa de Renjun, Yangyang se había presentado allí sin falta cada mañana, llevando consigo toda clase de desayunos para ambos y siendo perfectamente consciente de que los padres del chico seguían de viaje de negocios. Sin embargo, Jaemin siempre estaba allí, sin importar lo pronto que se esforzara en llegar para disfrutar de apenas unos pocos minutos a solas con Renjun. Al tercer día había terminado comprendiendo, tras una conversación con éste, que debía olvidar, o al menos aplazar por un tiempo, todos los innumerables planes que se le habían ocurrido para pasar con él esa esperada semana de vacaciones. 

Jaemin, a pesar del aspecto extremadamente deplorable y las pocas palabras que pronunciaba durante el día, le había hecho entender bastante bien que estaba pasando por unos momentos realmente malos, tanto que Renjun tenía que obligarle a realizar actividades tan sencillas y cotidianas como comer o lavarse los dientes. 

Al cuarto día, Yangyang no había podido soportar más lo deprimido que se veía, así que se lo llevó a él y a Renjun a un parque de atracciones en las afueras de Najuk, nada del otro mundo, pero que al menos había conseguido sacarle unas cuantas sonrisas a Jaemin; eran, de hecho, las primeras que esbozaba durante esos días. 

Fue el último y triste domingo, el que marcaba el final de esa breve libertad que era la semana de vacaciones, cuando Yangyang tocó el timbre de la casa de Renjun, empleando el característico y ridículo ritmo que había inventado para avisar de que se trataba de él.

Contra todo pronóstico, el único que le había abierto la puerta había sido Renjun. 

-Jaemin tenía hoy una reunión familiar o algo por el estilo.-le había contado Renjun, mientras ambos subían las escaleras en dirección a la habitación del chico, donde Yangyang había instalado últimamente su refugio permanente.-No vendrá. 

-Gracias al cielo.-suspiró Yangyang, dejándose caer pesadamente sobre la cama deshecha de Renjun como si de su propio dormitorio se tratara.-Por fin. 

Renjun puso los ojos en blanco y le amenazó no muy seriamente con una almohada. 

-Yangyang, solo ha sido una semana. Y, además, lo está pasando fatal... No quiero ni imaginármelo, de verdad. Me cuesta creer que alguien como Jeno haya podido hacer algo así...

Yangyang advirtió que los ojos del chico se oscurecían ligeramente al decir esas palabras. Comprendió que, por mucho que presumiera de que no había nada que le importara y estuviera todo el día aparentemente amargado con el mundo y soltando una palabrota tras otra, realmente era el que más se preocupaba y cuidaba de sus amigos y sus seres queridos. 

Renjun comenzó a apartar los quinientos cojines y peluches con los que dormía, con la intención de hacer la cama. 

-Ya lo sé, y te prometo que lo entiendo, pero tenía la esperanza de poder pasar cada día de la semana contigo.-respondió Yangyang, haciendo un puchero dirigido a Renjun, que contuvo sin mucho empeño una media sonrisa.-De hecho, lo del parque de atracciones no incluía en ningún momento a Jaemin, solo a ti y a mí gritando en una montaña rusa y atiborrándonos de algodón de azúcar después. Tenía tantos planes pensados...

Renjun hizo un gesto resignado, como si estuviera pronunciando un silencioso "lo siento", y después le hizo un ademán a Yangyang para que se levantara de la cama. 

-Anda, tengo que hacerla o cuando lleguen mis padres esta noche me echarán la mayor bronca de mi vida. Ya sabes cómo son con el orden.-le pidió Renjun con voz suave, al ver que Yangyang no presentaba ninguna intención de seguir sus órdenes.-Por favor...

TO MY YOUTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora