CAPÍTULO 16: CONFIANZA

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Najuk, 17:09 de la tarde

A Chenle le gustaban las primaveras de Najuk. 

Le gustaba ver florecer los altos árboles de la avenida, que cubrían el pavimento con un manto de pétalos multicolores y envolvían al pueblo de su agradable y dulce olor. Le gustaba apoyar la cabeza en la repisa de la ventana de su habitación, contemplando en silencio las lejanas constelaciones en el cielo nocturno y dejando volar su imaginación hasta que el sueño le vencía. Le gustaba escuchar durante horas el golpeteo de las gotas de lluvia en el cristal, o sentir los cálidos rayos de sol acariciando su piel al mediodía. Le gustaba observar los amaneceres de camino al instituto, y notar en sus labios el amargo sabor de las frutas de temporada que crecían en el jardín de su casa. 

Sin embargo, por mucho que le gustara la primavera de por sí, aquella estación se tornaba infinitamente mejor cuando se percataba de que volvía a estar rodeado de sus amigos. 

-¿Estás seguro de que tu hermana está en casa, Chenle?-le preguntó Jaemin, sorbiendo de su café americano y pulsando el timbre una y otra vez con desesperación.-No pensé que le cayéramos tan mal como para no dejarnos pasar...

Chenle esbozó una media sonrisa, ligeramente distraído, realmente más centrado en la apariencia del chico que en sus propias palabras. Se alegraba de ver de nuevo los rasgos del verdadero Jaemin, el chico bromista y cariñoso que vivía a base de café amargo y abrazos de sus amigos, no la persona triste y apagada en la que se había convertido durante esa semana.

Aunque Chenle siguiera sintiendo una punzada de culpabilidad, y aquella destructiva sensación de que les había fallado al no haberse dado cuenta de que algo iba mal, al menos estaban reunidos de nuevo. Si la situación no hubiera sido así, si en esos momentos solo se tuviera a sí mismo y a sus emociones ocupando su mente, Chenle estaría absolutamente perdido. 

Ya tenía más que suficiente con todo lo que estaba ocurriendo entre Jisung y él. 

A pesar de que le dolía más de lo que esperaba, y le destrozaba por dentro, alejarse de él parecía ser la única solución posible ante esas circunstancias. No quería que el chico tuviera que soportarlo durante esos instantes de dudas y controversias por culpa de lo que estaba ocurriendo. Desde el principio había intentado ser un buen amigo, la persona que sabía que Jisung necesitaba, pero todo se había torcido cuando sus sentimientos habían salido a la superficie. Ni siquiera podía consultarlo todavía con sus amigos, no por el hecho de que no los considerara las personas en las que más podía confiar, sino porque decirlo en voz alta convertiría la situación en algo mucho más real. Las palabras saliendo de su boca solo confirmarían lo nuevo y desconocido de sus emociones, y también eso era algo que no se sentía preparado para asumir. 

Afortunadamente, la puerta de la casa de su hermana abriéndose le sacó de sus ensoñaciones, con la brusquedad exacta que necesitaba para dejar de lado esos delirios, que solo conseguían acentuar el firme nudo de su estómago e incrementar su ansiedad hasta unos niveles casi insoportables. 

De alguna manera que todavía desconocía, probablemente gracias a las insistencias de sus amigos, los seis habían acabado allí, no sin antes haber pasado por la cafetería Epiphany y haber realizado su pedido habitual. Ese gesto, por muy sencillo que fuera a los ojos de los demás, era una señal silenciosa, una muestra de que todo había vuelto a la normalidad que tanto ansiaban, y de que aquello que había ocurrido durante esas semanas no se repetiría nunca más. 

Tras tanta persistencia por parte de los adolescentes, Taeyong había sido quien, finalmente, había abierto la puerta de la casa.

-Está claro que no sabéis usar un timbre.-declaró entre risas, haciéndose a un lado para dejarles pasar, sin sorprenderse ni siquiera un poco de encontrarles allí.-Cuánto tiempo sin veros juntos.

TO MY YOUTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora