CAPÍTULO 17: MALDITA INOCENCIA

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Najuk, 14:10 del mediodía

-Me aburro muchísimo...

Chenle dejó caer la cabeza sobre el libro de inglés, exasperado. Jisung estaba sentado a su lado, dibujando distraídamente en una esquina de su cuaderno, y no parecía estar prestando mayor atención al profesor Henry, que trataba de explicar algo con todos sus esfuerzos a pesar de los semblantes desganados de sus alumnos.

-Solo quedan cinco minutos, podemos soportarlo.-susurró Jisung, reprimiendo una sonrisa y observando de soslayo a Chenle.-Aunque inglés a última hora debería ser considerado como una tortura, la verdad...

Chenle, que todavía no había levantado la cabeza de las páginas abiertas del libro, asintió débilmente y suspiró con aflicción. Ni siquiera el estar sentado con Jisung había hecho de esa asignatura algo más llevadero y divertido, y en esos instantes solo deseaba salir de esa maldita aula e irse a su casa. Y, si era con él, aún mejor.

-Es soporífero.-respondió en la voz más baja que pudo proferir, poniendo los ojos en blanco y alzando por fin la cabeza, mientras se pasaba una mano por el pelo revuelto para intentar arreglarlo.-¿Es que el profesor Henry no se da cuenta de que todos nos estamos durmiendo?

Jisung, que se había quedado mirando a Chenle sin querer, parpadeó varias veces y sacudió la cabeza, con las mejillas ligeramente sonrojadas.

-Quizás ha tenido un mal día.-contestó finalmente, encogiéndose de hombros y volviendo a dibujar en su cuaderno, ignorando olímpicamente las insistentes explicaciones del profesor.

-¿Y tiene que pagarlo con nosotros?-gruñó Chenle, frunciendo el ceño y jugueteando enfurecidamente con su bolígrafo.-Que haga yoga o algo así...
Jisung estuvo a punto de soltar una carcajada al escuchar aquello, pero se contuvo a duras penas segundos antes de que el profesor le echara la bronca.
-Algo me dice que estás de mal humor, Chenle.-añadió Jisung en un murmullo, sonriendo a medias y consultando con un ademán el reloj que colgaba de la pared de la clase.-Tres minutos. Intenta no matar al profesor Henry todavía, ¿vale?

Chenle esbozó una media sonrisa, inclinando la cabeza hacia atrás y observando a Jisung de reojo.

-Si alguna vez lo hago, tengo la esperanza de que me encubras.

-No te preocupes, diré que fue por el bien común de todos los alumnos.

En la mesa de al lado estaban sentados Haechan y Mark, probablemente mucho más abstraídos y ajenos a la asignatura que ellos. Este último le había intercambiado el sitio a Yeri al principio de la clase para poder sentarse con Haechan, rezando para que el profesor Henry no se diera cuenta, y ambos se habían pasado la hora charlando entre susurros no tan discretos y sacándose fotos con el móvil lo más disimuladamente que habían podido.

Frente a ellos, un escurridizo Jaemin aprovechaba cada ocasión en la que el profesor Henry se giraba hacia la pizarra para llevarse algo de comer a la boca, mientras que Yeri se entretenía dibujando con un rotulador fosforescente en la palma de la mano del chico, bostezando de vez en cuando con sumo aburrimiento y expresando con el gesto los ánimos de todos sus compañeros.

A su izquierda, Jeno, que normalmente solía ser el único que podía soportar la insufrible asignatura de inglés los viernes a última hora, se había terminado rindiendo, y contemplaba con cansancio las agujas del reloj girando lentamente en la esfera de cristal. A su lado, Renjun tenía la mejilla apoyada en el cristal de la ventana del aula y observaba atentamente el exterior. Desde el lugar en el que estaba sentado, Chenle pudo comprobar con diversión que el gesto no se debía únicamente a que estuviera despistado: de hecho, la clase de Yangyang tenía Educación Física en el patio justo en esos momentos.

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