CAPÍTULO 10: CHISPAS

137 8 0
                                    

Najuk, 17:45 de la tarde 

Mientras esperaban a que los camareros les avisaran de que el banquete estaba preparado, los invitados aguardaban pacientemente en un lugar asombrosamente mágico. 

En un vasto prado de césped verde y oscurecido por la ya entrada tarde, se alzaban una decena de mesas altas de madera, todas cubiertas por manteles coloridos que llegaban hasta el suelo y flores aromáticas cuyo olor envolvía el lugar en una suave atmósfera. Sobre las mesas, en platos y vasos intrincadamente decorados, todo tipo de comida y bebida invitaban a ser degustados, desde canapés, fruta de temporada y llamativos zumos y refrescos, ya que el alcohol estaba estrictamente reservado para la cena.

Hana y Taeyong habían llegado hacía un rato, aunque la chica había desaparecido inmediatamente en un baño del restaurante para poder cambiarse a un vestido mucho más sencillo y ligero, aunque, a juzgar por las entusiastas reacciones de la gente, no había perdido el efecto deseado. 

Al estar infinitamente más cómoda en esa falda menos voluminosa y esos tacones varios centímetros más bajos, no tuvo ningún inconveniente en deslizarse entre las mesas y saludar o charlar con todos los invitados con los que se topaba. Por el rabillo del ojo advirtió que Taeyong hacía lo mismo, aunque empezando por el otro extremo del gigantesco prado. 

Casi una hora más tarde, en cuanto hubo saludado a los presentes y recibido todos los tipos de felicitaciones y abrazos posibles por parte de su familia y de sus amigos más cercanos, por fin se permitió disfrutar plenamente del momento que estaba viviendo. Había conseguido reunir a toda la gente que quería y que le importaba en esa ocasión tan especial y significativa para ella, incluso a aquellos que no veía desde hace muchísimos años, o a esas personas que en un primer momento le habían avisado de que no podrían acudir y finalmente habían aparecido allí a modo de sorpresa. Lo viera como lo viera, la sonrisa que en su rostro se había formado mientras caminaba por entre las mesas saludando a los invitados parecía simplemente imposible de borrarse en todo lo que quedaba de noche. 

Un sonido imponente la sacó de sus profundas ensoñaciones. En ese preciso instante, las altas puertas de cristal del restaurante se abrieron, dejando ver plenamente un gigantesco salón blanco magníficamente decorado con grandes mesas redondas, candelabros deslumbrantes y flores de primavera en cada esquina. Un joven camarero vestido con un impoluto traje blanco atravesó el umbral con semblante serio, captando la atención de todos los presentes. 

-Buenas noches.-saludó, señalando elegantemente con un brazo las puertas abiertas y ganándose unos suspiros hambrientos por parte de los invitados.-La cena está servida.

Najuk, 22:34 de la noche

-La verdad es que las nuevas ideas que tenemos para la mejora del pueblo son bastante buenas.-le comentaba Namjoon sus compañeros de trabajo, que estaban sentados con él en la mesa del salón.-Estoy seguro de que todo saldrá estupendamente si nos lo tomamos en serio. 

A pesar de que estaba bastante acostumbrado a comer con sus compañeros del Ayuntamiento con regularidad, esa situación nunca se había dado con Jin y Soobin junto a ellos. De hecho, estaba claro que la incómoda tensión que flotaba en el ambiente podía cortarse con un cuchillo si quisieran. 

Habían pasado muchos años desde que Jin y él se habían comprometido. A pesar de eso, sus compañeros habían tardado mucho en medianamente tolerarlo a la larga, y aún más complicado había sido hacerles entender la adopción de Soobin. Desde aquel entonces, los días en el Ayuntamiento se habían vuelto más largos y duros, el trabajo más arduo y la exigencia estaba ya por encima de unos límites que no eran sanos ni posibles. Namjoon había terminado siendo perfecta y tristemente consciente de que, si cometía cualquier tipo de error en el trabajo, su empleo correría sumo peligro y podría ser despedido de un instante al otro. Por eso siempre trataba de mantener la compostura en todo momento, aunque los comentarios de sus compañeros fueran hirientes y maleducados, y tuviera que retener todo el odio que sentía y evitar descargarlo en las personas que quería cuando llegaba a su casa después de una larga jornada en el trabajo. 

TO MY YOUTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora