13. LA NOCHE EN EL HOTEL

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JULES

Martes 12 octubre 00.01 am

- No me puedo creer que acabes de gastarte mil dólares en pasar aquí la noche.- dice un poco enfadado. Cuando vio que costaba quinientos dólares por persona, palideció, así que no dudé en invitarle ni un segundo.

- Pero merece la pena, ¿no?- él asiente riéndose mientras se quita las converse. Miro el móvil y veo que son las doce de la madrugada. Todavía es temprano.

- Bueno- parece estar nervioso- ¿quieres que hablemos o algo?- una risita escapa de mis labios.

- Voy a pedir una botella de champán o algo de eso- cojo el teléfono y empiezo a marcar el número de la recepción. Vans coge una carta de la mesita de noche y enarca una ceja al ver los precios.

- ¿Sabes que la botellita te va a costar lo mismo que la habitación?- No pude evitar reírme, él hace lo mismo- ¿Traficas con drogas y por eso tienes tanto dinero?

- Algo de eso- le guiño un ojo y Vans se muerde el labio en respuesta. De repente una oleada de calor me recorre todo el cuerpo.

- Servicio de habitaciones, ¿Dígame?- Le pido la botella de champán y le doy el número de habitación y esas cosas- En seguida se lo llevamos, gracias.

Vans se ha sentado el el borde de la cama y está mirando su móvil. La habitación no es muy grande, pero tiene todo tipo de lujos: jacuzzi, cama de agua, una televisión más grande que mi antiguo apartamento... El dormitorio es precioso, las paredes blancas contrastan perfectamente con el gran cabecero color plata, la cama debe medir al menos dos metros pero, lo más alucinante, sin duda, es el gran ventanal con vistas a Washington. Cientos de edificios iluminados a nuestros pies hacen que me sienta tremendamente insignificante y poderosa al mismo tiempo, es una sensación extraña.

- ¿Jules?- me giro y veo que Vans tiene la botella de champán en la mano.

Me acerco hacia él, le quito la botella de las manos y, tras descorcharla fácilmente, le doy un largo trago directamente de la botella. Le ofrezco la botella a Vans, que me está mirando con los ojos cargados de deseo y lujuria.

- ¿Quieres?- Vans coge la botella y la deja en una cómoda.

- Prefiero esto- dice cogiéndome del cuello en el momento en el que nuestros labios se unen. Al principio es un beso dulce, tierno, pero a medida que va pasando el tiempo, se intensifica y acaba siendo un beso cargado de pasión y excitación. Subo mis manos hasta su mandíbula y él baja sus manos hasta mi cintura. Es increíble lo bien que me hace sentir simplemente con un beso, y también, no voy a negarlo, lo mucho que me pone. Es tremendamente guapo, atractivo y, madre mía, qué bueno está.

Vans coge el dobladillo de mi vestido y me lo sube por la cabeza. Solo llevo puesta mi ropa interior, que no es muy favorecedora que se diga. El sujetador es de color carne, de algodón y apenas tiene relleno, y las bragas son de estas gastadas que dos veces más y las tiras. «Si hubiera sabido que iba a estar así delante de él...»

- ¿Eres consciente de lo buena que estás?- me susurra pegado a mi oreja- Creo que no.- empieza a andar hacia delante y yo hacia atrás hasta que nos tropezamos con las cama y caemos cuidadosamente. Estoy tumbada en la cama, con él encima de mí. Le quito la sudadera y le desabrocho el botón de los vaqueros. Vans termina de bajarse la cremallera y se quita finalmente los pantalones. Con una mirada puedo comprobar lo excitado que está. Abro los ojos con sorpresa y arqueo las cejas y parece que mi reacción le hace gracia, suelta una carcajada y enarca una ceja.

- Llevo así desde que empezaste a bailar en el club. No sabes lo que me pones, de verdad. No lo sabia ni yo.- tiene las pupilas dilatadas y un brillo especial en los ojos. Vuelve a besarme, esta vez con vehemencia, deseando más y, por un momento, me preocupa su reacción al enterarse de que soy virgen. Así que decido contárselo.

JULES ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora