#28. una promesa y el destino.

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Narra Rin y Len.
(Nota: fíjense en la letrita que aparece al comienzo de la narración, indica quien narra. Grax por su atención¿)

(L) Hoy, Kaito me obligó a salir de mi casa, o de mi cárcel como él le llama. Dice que quizá sea mejor distraerme, y que es una manera mejor de gastar mis vacaciones.

Porque sí, el viernes, osea ayer, por fin se acabaron las clases por éste año definitivamente.

Ahora estoy siendo jalado a quien sabe dónde, mientras Kaito habla y habla y yo no lo escucho.

Me preguntó si es que Miku tiene algo que hacer hoy, y si esa es la razón por la que ahora quiere salir conmigo tan desesperadamente.

Podría decirse que ando deprimido, y cuando uno está deprimido, lo último que quiere hacer es salir de su casa e interactuar con otros ¿Verdad?.

Bueno, Kaito, al parecer, no entiende eso.

Llegamos a una cafetería, una bastante vacía por cierto, y entramos, los dos ya que él ya me había soltado y ya caminaba solo.

Y sentí una extraña sensación cuando crucé por aquella puerta. Sentí como mi pecho se comprimía y una extraña melancolía invadía mi ser.

Decidí ignorarlo porque ya era bastante frecuente que sintiera melancolía. Pero la presión en mi pecho era ciertamente extraña.

- por favor, cambia esa cara.- oí a Kaito decir al lado mío, y cuando giré a su dirección, se veía genuinamente preocupado.

Algo muy sorprendente y hasta halargador, si me preguntan.

- amigo, me preocupas que estés así, de verdad... Quiero hacer algo para siquiera subir así sea un poquito tu ánimo.- habló.- pero para eso, necesito que tú también ayudes.

Y lo pensé un poco. Y llegué a la conclusión de que Kaito estaba en lo correcto.

Nada hacía con llevar mi depresión y mi amargura a un lugar al que iba con el objetivo de alegrarme. Necesitaba despejarme, dejar de sufrir por mis "malas" decisiones y por las consecuencias de las mismas. Dejar de pensar en ella y hablar con Kaito de trivialidades como solía hacer.

Como solía hacer... Antes del desastre que no era más que por culpa mía. Solo mía.

Pero no me arrepiento de nada.

- Uhm.. Lo siento, amigo.- Sonreí, y eso pareció darle un poco de tranquilidad.- Tienes razón, yo solo...- suspiré un poco, frustrado al no encontrar palabras para excusar mi descuido, y Kaito pareció entender.- Voy.. tengo que despejarme, lo necesito.

Sonrió con tranquilidad y ¿Orgullo?, No lo sé en realidad, y no le tome importancia tampoco.

- Genial.- espetó con entusiasmo.- Vamos a sentarnos en una mesa, muero de hambre.

Y se encaminó a una mesa, y yo le seguí. Aún con aquella presión extraña en mi pecho.

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La Casamentera (Rinxlen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora