# 30. un adiós no es para siempre: Final

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Narra Rin y Len
(L)- ¡¡No puedo creer que ninguno me lo dijera!!-

Estaba enojado, demasiado.

Miku y Kaito (que recién había llegado) se encontraban evadiendo mi fulminante mirada.

Tenía un tremendo nudo en la garganta. Mis puños estaban cerrados con fuerza, colocando mis nudillos casi de color blanco. Y mis ojos estaban encendidos en llamas. Pero a la vez, estaban cristalizados.

- L-Len, y-yo...- Balbuceó Miku.

Sin embargo, no le dejé terminar.

- ¿¡Cómo se les ocurre ocultarme tal cosa?!, Se supone que fue hace meses, ¡Y todos lo sabían menos YO!- mi visión se nublo un poco, pero me froté los ojos con frustración.

No iba a llorar. No ahora.

- Y ahora resulta que se encuentra en un maldito aeropuerto, y que se va a mudar a quien sabe dónde, ¡Y ninguno de ustedes pensaba decírmelo!, ¿¡Cómo pensaban que me lo ocultarían para siempre?!, ¿¡¿¡CÓMO?!?!-

- Len, nosotros-

- ¡NO! ¡no voy a escuchar sus malditas excusas!- interrumpí casi gritando.- quiero... ¡¡Quiero que ella misma me lo explique!!

Y dicho ésto, camine con rapidez hasta la salida de aquel parque. Por supuesto que sentía los pasos apresurados de Kaito y Miku detrás de mí, pero poco me importaba.

Miré con desesperación alrededor. La calle estaba completamente vacía, no sé veía ni un alma rondando por allí.

Maldije por lo bajo.

- ¡Len!- Kaito llegó agitado.- espera un momento..-

- ¡No Kaito! Necesito hablar con ella antes de que se vaya.- Lo mire frustrado.- Antes de que se vaya y la pierda...

Y no noté mis ojos cristalizados.

Kaito bajó la mirada y asintió.

- ¡Mierda! Malditos taxis que nunca pasan cuando se necesita...-

Y dicho esto, y por la desesperación que tenía, emprendí carrera hacía el aeropuerto.

Corrí como nunca lo había hecho, corrí como si de ello dependiera mi vida.

Corrí porque perdería algo que consideraba valioso.

Y eso no lo iba a permitir.

(R) Era increíble como, a pesar de todo el ruido que había en aquel aeropuerto, yo parecía estar sumida en un sepulcral silencio

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(R) Era increíble como, a pesar de todo el ruido que había en aquel aeropuerto, yo parecía estar sumida en un sepulcral silencio.

Mi mirada se hallaba perdida en un punto fijo, pensado en mil y un cosas al mismo tiempo, mientras las lágrimas se secaban en mis mejillas.

Estaba cansada de llorar... Pero ese día lo había vuelto a hacer.

Lloré cuando me despedí de Lenka y Kaito por teléfono, lloré cuando Miku me acompañó a aquel lugar, lloré cuando se despidió con un fuerte abrazo y se fué, lloré cuando me senté a esperar mi vuelo en un banco apartado.

La Casamentera (Rinxlen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora