—Cuando era más joven solía ser bastante torpe para darme cuenta de los sentimientos de los demás. —comenzó Antonio, jugando con los dedos en el borde de la silla, sin mirar del todo al Gilbert; su mirada estaba gacha al igual que sus hombros. No tenía ningún tipo de confianza al estar relatando eso, es más, quería desaparecer pronto de ahí. —Las chicas se me declaraban bastante seguido, aunque a mí no me importaba eso, cuando lo decían de manera correcta als rechazaba, yo me comencé a enamorar de Lovi por aquel tiempo. Y de hecho, comenzamos a salir.
— ¿Cómo era su relación?
Antonio subió leves segundos la mirada, los ojos rojos de Gilbert estaban clavados en él, analizando cada palabra que decía. Su pecho estaba ligeramente inflado, su cuello recto y los brazos cruzados sobre su pecho. Él estaba marcando la autoridad ahí.
—Hubo muchos malos entendidos. —continuó Antonio, encogiéndose de hombros. —En una ocasión, una chica se me declaró en frente de Lovi. Tú no lo sabes, pero Lovi esconde muchas veces sus sentimientos.
—Es bastante obvio. —dijo Gilbert, encogiéndose de hombros. Antonio frunció la boca disimuladamente. — ¿Sabes cuantas trabas me puso para ir al maldito hospital?
— ¿Hospital? —murmuró Antonio, sin comprender.
—Eh... —joder, Lovino le mataría. —Me dio indigestión por comer comida caducada. —mintió.
—Deberías tener más cuidado, Francis ya te lo ha dicho. —reprochó Antonio.
—Volvamos al tema principal. —tosió Gilbert. —Con tus sentimientos y esas cosas.
—Como sea, cada que eso pasaba, Lovi se ponía muy a la defensiva conmigo. —siguió; Gilbert hizo un mohín al ver que Antonio volvía a agachar la mirada en cuanto seguían con el tema de Lovino. Estaba apenado, ¿por qué? —Obviamente rechacé a todas, desde siempre he querido a mi Lovi. Pero...
— ¿Pero?
—Él no parecía creerlo. —dijo Antonio, mordiéndose los labios. —Siempre, siempre tenía que reafirmarlo, como si no se pudiera confiar en mí, como sí él no confiara en mí. Eso dolía.
—Es muy claro que la he rechazado. No tienes de que preocuparte, te amo a ti, Lovi. —sonrió el Antonio más joven del recuerdo. —Incluso he pensado en decir que salgo contigo, ¡quiero presumir a todos nuestra relación!
—Deja de pensar estupideces. —bufó Lovino, apartándole la cara con una mano. Su sonrisa le hacía ruborizarse. —Sabes que no podemos hacer eso.
—Bueno...—Antonio se separó de él, frunciendo la boca. ¿Por qué estaba mal decirle al mundo que lo amaba?
Lovino apretó el agarre de su mochila, haciendo que el rubor en sus mejillas creciera mucho más, sin poder ver el rostro de tristeza del contrario que le hubiera hecho percatarse de que algo iba mal. —Ya... ya le dije a mi abuelo que me ayudarías a estudiar. —balbuceó, bastante apenado.
Antonio que todavía seguía pensando en lo anterior, dejo de hacerlo y en cambio no tardó en iluminársele la cara. También un suave rosado apareció en su rostro, sintiendo la enorme necedad de abrazar, besar y tocar a la persona delante de él. Pero lo único que hizo en esa zona donde un montón de estudiantes transitaban, fue formar una sonrisa que Lovino denominaba "estúpida" y revolverle los cabellos con cariño.
Ya no era novedad que Lovino se quedara en su casa, ni él porqué lo hacía. Llevaban dos años saliendo, así que se conocían perfectamente bien el uno del otro, así como las respectivas habitaciones del contrario. Solo bastaba una excusa bastante tonta para alimentar ese pequeño secreto que mantenían entre ambos.
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Psicología del amor.
Fanfiction"Pero la vida separa a los que se aman muy lentamente, sin hacer ruido, y el mar borra sobre la arena los pasos de los amantes desunidos..."