"La tenacidad afectiva: consiste en una persistencia o adherencia sentimental que les permite a las personas continuar durante muchos años sometidos o impregnados de sentimientos que difícilmente les abandonan."
Capitulo III.
Lovino miró a algún punto fijo de la pared contraria de color blanca, sentía que en cualquier momento su cuerpo y mente colapsaría. Los ruidos a su alrededor comenzaron a volverse mucho más intensos, e inmediatamente tapó sus oídos, sin querer escuchar nada.
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—Lovi, mira esto.—Antonio con mucho cuidado acercó una luciérnaga a él.— ¿Verdad que es linda?
—Es preciosa—murmuró Lovino, mirando como del enorme Chewing Fescue* comenzaban a salir varias luciérnagas, iluminando la noche. Antonio apagó el candil que llevaba en las manos, disfrutando de la hermosa vista.
—Me alegra tanto haber venido—admitió el hispano, abrazándolo por la espalda quedando Lovino pegado a su pecho.—Lovi, te amo.—murmuró tomando su barbilla para que lo mirara.—Más que a cualquier persona en este mundo. —concluyó, besándolo.
—También te amo. —contestó ruborizándose, correspondiendo el gesto.
Antonio entonces pareció verdaderamente sorprendido ante sus palabras, incluso sus mejillas se colorearon en tono carmín. Lovino quedó embobado con aquella magnifica imagen delante de él y, cuando Antonio sonrió, miles de avispones se alborotaron en su estómago, yendo de un lado a otro, recordándole lo mucho que amaba a ese español imbécil con sonrisa maravillosa. Antonio subió sus manos a la cara de Lovino, palpando con sus dedos la suave piel contraria; al final pegó su frente con la suya, mirándolo con adoración infinita. Sin duda le estaba diciendo millones de palabras con aquellos ojos, no había necedad de hablar.
Por supuesto, aunque Lovino era consiente de que Antonio sucumbía ante él, este mismo era igual de consiente de que Lovino sucumbía ante él; por lo que la distancia no tardó en ser acortada.
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El nudo en la garganta seguía persistente, no había un solo día que no recordará un momento hermoso con él. Los días pasaban con él llorando sólo en una habitación, recordando la tristeza de decir adiós, la melancolía de adorarse infinitamente, y no estar ahora juntos. Lovino puso un brazo sobre sus ojos, evitando comenzar a llorar, no podía era demasiado vergonzoso presentarse así en el trabajo que con mucho esfuerzo lo había aceptado.
Al quitarse el agua de los ojos, miró de nuevo la pared, recordando las malditas palabras de su abuelo. Por supuesto que era consiente de lo mal que estaba, que vivía aferrado a algo que ya no podía ser, que tuvo su conclusión hace cinco años. Pero..., todo lucía tan triste sin él a su lado, todo parecía gris a su alrededor y no podía ver los colores vivos que los demás veían, la soledad lo abarcaba todo. Vivía aferrado a ese recuerdo vano que era consumido por el paso del tiempo.
Cuando una persona se aferra a un recuerdo de algo o de alguien, crea una dependencia, en casos extremos se pierde la realidad total. Los recuerdos son imágenes del pasado que se archivan en la memoria, como una reproducción de algo vivido en el pasado; los más amargos, se pueden vincular a la depresión de la persona, causando pequeños delirios y trastornos de realidad cuando se siente atacada.
—Hermano, toma, conseguí agua. —dijo Feliciano, llegando. Lovino lo miró de soslayo, con absoluta indiferencia, volviendo a la realidad. Ojalá aquellos bonitos recuerdos hubiesen durado un poco más. Al tomar medio vaso, volvió a enfocarse en Feliciano, él estaba retorciendo sus manos, mirándolo continuamente; joder, lo único que no deseaba hacer era preocupar a la única persona que le importaba y lo estaba haciendo del culo.
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Psicología del amor.
Fanfiction"Pero la vida separa a los que se aman muy lentamente, sin hacer ruido, y el mar borra sobre la arena los pasos de los amantes desunidos..."