Capitulo XI.

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La primera vez que Antonio lo había envuelto en brazos, Lovino no había podido dormir de noche. Pensando en que sería después, como le dirían a su abuelo de su relación, las expresiones que pondrían sus amigos y las insinuaciones que haría Francis al respecto.

La última vez que Antonio lo tuvo en brazos, su familia se había encargado de separarlos.

La primera vez que Lovino había estado en la cama de Antonio, se sentía nervioso y totalmente inexperto en el asunto de los temas sexuales. Antonio no había ayudado mucho esa ocasión, pero su amor les hizo darse cuenta que eso no importaba, lo que importaba es que ambos estuvieran juntos, unidos.

La última vez que había estado en su cama, había rogado porque no lo fuera.

La primera vez que Lovino lloró por causa de Antonio fue porque él le había pedido ser su pareja.

La última vez, fue por el engaño provocado.

La primera vez que pensó en quitarse la vida fue la primera vez que experimento el engaño, la traición, la ira, el odio, la soledad.

En esa ocasión no hubo última vez.

—.—.—.—.—

Antes de tomar el pomo de la puerta, se detuvo pensando en lo que posiblemente le esperaba del otro lado. Encontrarse con su mejor amigo, jamás le había resulto tan conflictivo.

—Supongo que solamente tengo que actuar como siempre—se dijo en vano, sus nervios no aceptaron esas palabras.

Una mano se había puesto sobre su hombro, asustándolo. — ¿Te encuentras bien Antonio?—Sadiq lo miraba expectante.—Luces algo pálido. ¿Te has peleado con Francis?

Antonio abrió los ojos con sorpresa— ¿Cómo es que lo sabes?

Sadiq sonrío antes de palmear su hombro. —Siempre que ustedes discuten, luces como si fueras a morir, es lógico que me dé cuenta cuando tengo tres años de conocerte. —dijo calmado. —No te preocupes, sea lo que sea seguro que Francis te disculpará.

—Sí.—aunque esas palabras no lo reconfortaban, sabía que Sadiq tenía razón, Francis siempre estaría ahí para él y por alguna razón eso sólo lo hacía sentir peor. Pero, las cosas ya estaban hechas, solo esperaba que su mejor amigo, accediera a tomar esa oportunidad.

Quedarse con él, era la peor cosa que podría hacer.

—Vamos, vamos. Si el jefe nos ve holgazaneando seguro que nos remplaza.—dicho esto giró el pomo y metió a empujones al español.

—Llegan cinco minutos tarde, no sé qué tengo que revisar si no estás aquí Sadiq. —suspiró Francis. — Emil me llamo por la noche y me pidió que le diéramos los documentos de las ventas del mes a más tardar mañana, así que tenemos muchas cosas que hacer.

El turco imitó su suspiro antes de irse a su escritorio a sentarse— ¿Puedes encárgate de eso verdad Antonio? Tengo tres jutas hoy, dos de ellas son seguidas, por no decir que se enciman.

—Sí, supongo que puedo.—sonrió a medias, aún no le daba la mirada a Francis.

¿Y si tenía los ojos rojos? ¿Y si se veía demacrado? ¿Cómo no iba a sentirse culpable? Además Francis no le había dirigido para nada la palabra, seguro que ya no quería saber nada de él.

—Toño. Si no te concentras te tendré que manosear—Francis picó su frente con un bolígrafo, haciendo la cabeza del español hacia atrás. —Tienes que ir a hablar con Roderich para que te autorice las compras. Además, le tienes que decir que tiene que ir a ver al empresario de "Caorleone".

Psicología del amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora