— ¡Francis, espera!—Antonio tomó su brazo antes de que el francés pudiera dar un paso más. Este volteó sin nada de ánimo, ya ni siquiera se encontraba molesto o triste, había bloqueado sus emociones, lo único que podía observar Antonio ahora era sus ojos rojos, evitando llorar. Inconscientemente el hispano, dio un paso atrás.
— ¿Me detienes para después huir?—preguntó Francis, dando un suspiro. Ya no quería soportar esa tortura. —Debiste quedarte en casa.
Antonio bajó los ojos de inmediato al suelo, mordiendo su labio con fuerza hasta provocarse daño. Francis negó con la cabeza, quitando con tranquilidad el agarre impuesto sobre él. La mano de Antonio seguía tan cálida como siempre, esperaba que nunca se apagara esa calidez.
—Vete a casa. —dijo Francis, dándose la vuelta para seguir caminando, Antonio alzó la mirada con rapidez.
— ¡Espera, Francis!—buscó tomarlo de nuevo, pero el francés evitó el contacto. Antonio debería comprender para ese punto que su tacto era como si lo quemaran. —Yo no quise decir eso.
—Pero lo hiciste. Olvidaste todo lo que sentí por ti, te concentraste solo en ti.
— ¡No, no fue así! —gritó Antonio, su garganta se sentía rasposa. — ¿Tú crees que realmente olvidaría ese día que me dijiste todo lo que sentías por mí? Claro que no, aunque mis sentimientos no hayan cambiado no significa que no seas una persona importante para mí.
Francis curvó su boca en busca de una falsa sonrisa. —Mierda. —llevó una mano a sus ojos tratando de cubrirlos. Antonio lo observó en silencio, pasando saliva. — ¿Qué se supone que haga si no me amas? No puedo seguir así.
—Francis.—Antonio cerró los ojos con dolor, era su culpa que Francis estuviera llorando en ese momento, le causó dolor a la única persona que siempre lo apoyó a pesar de sus errores. Mordió sus labios, él ya estaba roto, no había nada que pudiera arreglarlo, estaba perdido para siempre.
Pero Francis no.
— ¿Podrías llegar a quererme como yo te quiero a ti? —preguntó Francis, limpiándose las lágrimas. — ¿Realmente no tengo ni una oportunidad de estar contigo?
Necesitaba la respuesta, ya no quería seguir sintiéndose así. Antonio se quedó callado un largo tiempo, sin ver a Francis; él podía salvarse, podía no estar atado a él, ser feliz de una vez por todas, sacarlo de su vida para siempre. Tal como no pudo hacerse con Lovino. Era hora de dejar de aprovecharse de él, de sus buenos sentimientos, eso lo haría sentir más mierda de lo que ya era.
—No. —respondió Antonio, secamente.
Había vivido esta escena muchas veces con Lovino, aferrándose a cada granito de esperanza y formando un circulo vicioso que aún ahora seguía en pie. Francis no merecía eso, porque él era increíble. Se dieron todo lo que podían, pero ya era suficiente.
Era momento de empujarlo a ese futuro brillante que lo esperaba.
—Antonio.
—No. —volvió a repetir.
Dolió, dolió tanto que él mismo pudo escuchar como su corazón se volvía completamente pedazos y está vez, por más que quisiera pegarlos, no lo conseguiría. Era momento de dejarlo en el pasado, de seguir adelante. Dolía, pero ya pasaría, nadie debía morir por un corazón roto.
—Bien. —contestó Francis, dándole la espalda, avanzando. Antonio mantuvo la mirada fija en él hasta que desapareció, no tenía derecho a detenerlo, esa persona era su mejor amigo, pero los mejores amigos no se hacía daño y Antonio se culpaba por hacerlo.
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Psicología del amor.
Fanfiction"Pero la vida separa a los que se aman muy lentamente, sin hacer ruido, y el mar borra sobre la arena los pasos de los amantes desunidos..."