Más allá de la frontera

213 72 131
                                    

—¡Despierta de una vez holgazana! A caso crees que te pagan para estar durmiendo.

—El sol no ha salido aún, mis obligaciones todavía no han empezado— Se oyó contestar a una voz somnolienta.

—Levántate ya niña, tu trabajo depende de la impresión que causes y dormida no das una muy buena.

—Ya, ya, ya me levanto

La voz contestó con aburrimiento, una mano se pudo observar entonces que asomaba de entre las sábanas, y tras ella una cara enrojecida por el cansancio. La criada entonces al ver que su cometido había dado resultado, se retiró de la habitación y dejó a la muchacha preparándose a solas. Shyla que así se llamaba la joven bostezó entre suspiros, no la gustaba la manera en que había sido despertada, pero quién era ella para quejarse. Suficiente que la habían despertado gritándola y no arrojándola agua fría como aquella malhumorada criada acostumbraba a hacer. Se empezó a preparar entonces, deprisa para no hacer esperar más a sus superiores y cogiendo el uniforme de criada que llevaba se lo puso en un momento. Entró entonces rápidamente al baño en donde se mojó la cara con un poco de agua fresca en un desesperado intento de espabilarse.

Se miró al espejo con cuidado, tenía lo ojos rojos de quien había dormido extremadamente mal y es que así había sido. La noche anterior no había podido conciliar el sueño al estar su cabeza en mil lugares, y por si fuera poco en medio de la noche las pesadillas habían atacado su conciencia. No queriendo pensar en ello volvió a mojar su cara para traerse al presente y olvidar de una buena vez aquellos horribles sueños. Se fijó entonces en su pelo, lo que una vez fue un hermoso negro brillante ahora se encontraba apagado y opaco, cogió una cuerda y se lo ató en un nudo prieto a la cabeza, tendría que servir con eso, se dijo. Unos ojos azules la devolvieron la mirada y con un trapo de algodón se retiró las gotas que resbalaban por su cara. Salió entonces de aquella estancia que en pocos meses se había convertido en su refugio y se enfrentó con valentía al día que tenía por delante.

Comenzó por despertar a todos los integrantes de la casa, se hallaba en la propiedad Hydrus lugar perteneciente a una de las familias más poderosas. La mansión contaba con 10 dormitorios, varios salones y numerosas estancias alternativas que daban a la casa una imagen de poderío, además poseían unos jardines tan extensos que era necesario un caballo para cruzarles completamente. En la villa vivía la familia al completo, el señor era un comerciante muy famoso, que había hecho fortuna gracias sus altos precios, debido a esto la familia era ahora una de las más poderosas y ricas del lugar. Luego estaba su esposa, mujer frívola que no había movido un musculo en toda su vida, le gustaba pasar las tardes entre fiestas, despilfarrando dinero y cotilleando con las víboras que consideraba amigas. La pareja tenía tres hijos de edades muy dispares, Mathew, Carina y Thomas, aunque del mayor las malas lenguas contaban que no era legítimo y que había sido una aventura de la esposa durante uno de los largos viajes de su marido. Obviamente nada de esto estaba probado pero el pelo rubio platino del muchacho en desacorde con el castaño del resto de la familia daba un aire de sospecha. Como era de esperar la familia siempre había negado tales acusaciones alegando que aquel cabello rubio procedía de una abuela materna, si esto era verdad o no nunca se supo aunque lo que si se podía observar era el aire de frialdad con el que el padre lo trataba. Esto lo había convertido en un muchacho rebelde que hacia lo posible por molestar a sus progenitores, ya fura desobedeciendoles en cada oportunidad o humillando a la familia con sus aventuras y conflictos románticos. La última reyerta con sus padres había sido por culpa de una muchacha a la cual supuestamente había dejado embarazada, Thomas lo había negado pero el hermano de la chica no muy convencido había decidido darle una paliza en una esquina al amparo de la noche. Thomas llegó la mañana siguiente a casa con el rostro destrozado y apareciendo en el gran salón donde su madre mantenía reuniones con sus amigas casi la había matado de un infarto al verlo llegar así.

Cuentos de las estrellas [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora