El lamento

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Caminó sin detenerse con la mirada al frente pero sintiendo que parte de su corazón se quedaba atrás, entre las risas de la tribu, ahí agazapado se escondía hasta que ella decidiera volver a buscarlo. Sentía que cuando volviera a ver a esas personas ya no sería la misma, al igual que sabía que no era aquella que huyó en medio de la noche hacía ya tiempo. Y pensar que no habían transcurrido ni dos meses, se dijo, parecía una eternidad en su alma. Montada en su fiel amigo avanzó al trote, por la llanura en dirección a la capital. La pantera que la acompañaba hacía tiempo que había desaparecido entre los árboles que decoraban el camino, Shyla sabía que a pesar de no estar con ella el animal estaba pendiente y saldría en su ayuda daba igual lo que pasara. A pesar de todo lo sucedido se sentía tranquila, ya había comprobado en Locked que los guardias no tenían conocimiento alguno de su caso, tendría hasta la caída de las nieves para alejarse completamente y para eso había tiempo aún. El entorno fue cambiando ante sus ojos volviéndose cada vez más rural con campos de cultivo aquí y allá, aunque todavía no había rastro de las altas torres del castillo. Sabía que no llegaría hasta dos días después, pero estaba tan emocionada que no descansó en todo el día, dejando a Anubis exhausto cuando la noche calló. Hallándose en mitad de la nada, Shyla decidió parar a descansar a la sombra de un gran árbol cuando vio que su amigo fatigado no podía avanzar más, se sentó y siguiendo las instrucciones que la tribu le había dado consiguió prender fácilmente un fuego. Ya con los huesos calentados vio como cierto animal negro se acercaba, la chica sonrió y se tumbó en el lomo de la pantera, cuando esta se colocó a su lado perezosa. Comió algo del pan y el queso que la cocinera la había dado, teniendo siempre mucho cuidado al racionar la comida. Una vez saciada, cuando su estómago dejó de rugir, descansó tranquilamente observando las figuras que se formaban en el fuego. A su lado Anubis estaba tirado en el suelo dormido, Syla sonrió, le parecía muy llamativa como los caballos descansaban, habría pensado que el animal estaba muerto de no ser por el vaivén de su vientre. Tras unos segundos en los que revisó que todo estuviera en orden volvió a reposar su cabeza contra la pantera y miró al cielo cerrando los ojos para descansar. Tiempo después los volvió a abrir frustrada de no poder conciliar el sueño, giró y volvió a intentar descansar, nada, se dijo parecía que aquella noche el sueño no venía a apoderarse de ella. Mirando al cielo contó estrellas imaginándose historias por cada una de ellas:

—Esa es Leshat— dijo la chica entre susurros, giró la cabeza y vio a la pantera con un ojo abierto atendiéndola.

—Se la conoce por ser la estrella más brillante en todo el cosmos, su nombre significa farolillo de los astros. ¿Sabes por qué la llaman así? Veo que no, bueno, tal vez pueda contarte la historia.— Shyla puso entonces su mejor voz de narradora y comenzó el relato para su curioso público.

—Cuentan las leyendas que durante el inicio de todo cuando surgió la vida, antes de que el sol apareciera por el horizonte, reinaba la oscuridad...

La voz de la chica fue apagándose poco a poco, mientras se quedaba dormida, pero la pantera deseaba seguir escuchando la historia, por tanto con altanería empujo a la muchacha con la cabeza para que abriera los ojos.

—Ya sigo, ya sigo, ¿Por dónde iba? A sí, cuando la oscuridad reinaba. Fue en aquel momento cuando surgieron los primeros habitantes sabes, pero estos no eran humanos, no eran personas. No hay gravados ni pinturas de ellos, pero las historias que pasan de padres a hijos dicen que eran altos, tan altos que llegaban casi al cielo, superando incluso a las montañas. Su piel era rugosa, verde, brillando ante la luz del sol y habitaron muchos milenios estos parajes, incluso cuando las ninfas vivían ellos seguían aquí, un día tras la muere de estas desaparecieron, se escondieron en la tierra y nunca más se supo de ellos. Se cuenta que fue en ese momento, cuando su caída tuvo lugar que el bosque eterno surgió, lentamente avisando a muchas criaturas a esconderse tras su protección. Bueno, sigamos con la historia, cuando la oscuridad reinaba y todavía el sol no había salido por el horizonte, los primeros habitante se encontraban aquí. Sentados, sin moverse, solamente hablando con los astros, una noche, uno de ellos quiso acercarse más a ellos, se sentía anclado a la tierra y quería levantarse. Se incorporó con mucho esfuerzo, entumecido por nunca haberse movido, pero acabó consiguiéndolo, una vez que se puso de pie comenzó a caminar. La oscuridad se volvió entonces un problema, el ser no veía por donde caminaba cayéndose cada poco tiempo y destruyendo todo a su paso. Los astros preocupados decidieron crear algo que pudiera ayudar. No podían todavía hacer que el sol surgiera, ya que el mundo era demasiado joven y se quemaría ante la fuerza de este, por tanto cogieron un poco de luz y la encerraron en jaulas de oscuridad para alumbrar el camino de estos seres. Cuando tras un tiempo, más confiados todos se levantaron millones y millones de farolillos fueron necesarios. Eones después el sol surgió y aquellos farolillos dejaron de ser útiles. Los primeros pobladores en aquel momento lanzaron las jaulas al cielo, como estaban hechas de oscuridad fueron absorbidas por la misma colocándose aquella luz en la cúpula nocturna. Así fue como las estrellas surgieron y esta es la explicación de que solo veamos esa luz por la noche, ya que es cuando reina la oscuridad. El primer farolillo que se creó se convirtió entonces en la estrella más brillante, viniendo de ahí su nombre.

Cuentos de las estrellas [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora