El viaje continuó como si nada hubiera ocurrido, Shyla avanzaba sin detenerse montada en Anubis, aunque un semblante de seriedad cubría su rostro y una pesada carga se aposentaba en sus hombros. Debido a lo ocurrido en aquel claro los recuerdos de su infancia se escurrían por su mente, había tratado con mucha fuerza dejarlos en el pasado pero, en aquel momento lo recordaba todo con viveza. Lo que había sufrido tras el fallecimiento de sus padres, como había acabado en la casa de un familiar lejano y como en cuanto había conseguido un pequeño trabajo como ayudante de un herrero se había marchado de aquella casa. Con el paso de los años había olvidado su infancia, tal vez era un método de defensa, pero hasta aquel momento el rostro de sus padres había ido desapareciendo de su mente a medida que crecía. El familiar que la había cuidado era un tío de su madre, del cual ni sabía de su existencia al no haber tenido casi relación con sus padres. Era un hombre frío y amargado que no deseaba cuidar a aquella niña, por ello habían llegado a un acuerdo tácito de no cruzarse mientras vivieran en la misma casa. Con 13 ciclos Shyla consiguió aquel pequeño trabajo, solamente se encargaba de lavar las armas pero aquello la permitió ganar algunas monedas, 3 ciclos después la chica consiguió una diminuta habitación en una posada y con eso largarse de la casa de aquel hombre que no deseaba su presencia. El tiempo pasó y consiguió el trabajo de criada que la había llevado al lugar donde ahora se encontraba. Mientras cabalgaba no dejaba de arrepentirse de haber olvidado a aquellos que siempre había querido, negó con la cabeza, arrepentirse no solucionaría nada, solo había una cosa que pudiera hacer, recordarlos de ahora en adelante como se merecían.
Impulsó a Anubis a acelerar el paso y juntos cabalgaron por la llanura observando al bosque en la lejanía. Cuando el sol estaba a punto de ponerse vio a lo lejos el tan esperado destino, el cruce de caminos. Llevaba demasiados días solamente cabalgado y aquella visión la hizo respirar finalmente, había estudiado toda su vida los caminos para algún día llegar al bosque eterno y sabía que cada vez se encontraba más cerca. Observó el cartel de madera que indicaba las diversas interjecciones, si iba a la izquierda acabaría llegando al corazón del reino, al castillo, solo tendría que cruzar el lago de la memoria y estaría a tiempo para la celebración. Por otro lado ese sería el camino más lento para ir hacia el bosque eterno, mientras que la derecha la llevaría directamente al bosque. Se sentó en aquel cruce meditando, siempre había deseado visitar la gran ciudad que rodeaba el castillo, pero su objetivo era el bosque eterno y no sabía si entretenerse sería lo correcto. La decisión al final no la tomó ella, la gran pantera que siempre la acompañaba y velaba por ella se dirigió sin detenerse hacia la izquierda, Shyla no sabía porque aquel interés pero acabó decidiendo hacer caso al felino y caminando avanzó hacia el castillo.
No tardó en cruzarse con numerosas personas todos dirigiéndose al mimo lugar, Yuletide conseguía que todo el mundo se reuniera en un mismo lugar. Caravanas llenas de exóticos alimentos, personas procedentes de todos los lugares del reino, familias enteras dirigiéndose hacia el castillo. En un principio la chica trató de no cruzarse con nadie evitando los caminos pero pronto se dio cuenta de que nadie había recibido las noticias, la información viajaba lenta, por ello de momento se encontraba a salvo. Pidió a la pantera con un gesto que se ocultara ya que aquello podía parecer muy extraño y no tenía ganas de preguntas. Desde ese momento a pesar de sentir la presencia del animal y saber que la seguía no volvió a encontrarse con él. Entabló conversación con numerosos comerciantes y durante la noche acampaban todos juntos para protegerse de los bandoleros, fue en aquellos momentos cuando Shyla escuchó las más impresionantes leyendas. Era bien sabido que los comerciantes tenían el don de la palabra al haber vivido millones de aventuras, por ello cuando durante aquel camino la chica aprovechó para escuchar con atención las más impresionantes historias de todos aquellos seres desaparecidos. Apuntó en su cerebro la información recibida, sabía que eran solo cuentos, pero las leyendas siempre tienen un retazo de verdad. El trayecto continuó y Shyla fue conociendo a las más diversas personas, todas ellas con algo que enseñarla. Conoció a un cazador que tras mucha insistencia aceptó instruirla en el arte de las armas, el hombre que vivía casi todo el año en los bosques y por ello no se preocupaba de las convicciones sociales así que a pesar de ser mujer trató a Shyla como cualquier aprendiz, haciéndola morder el polvo cada vez que se equivocaba. Con él Shyla aprendió como defenderse con una espada y a lanzar cuchillos con bastante habilidad, sabía que el tiempo era escas y por ello trató de absorber la máxima información posible. Una semana después cada músculo la dolía pero ya era capaz de aprovechando su entorno de defenderse medianamente bien, sabía que ante un enemigo experimentado no podría hacer nada pero al menos se llevaría a alguien consigo si tenía que caer.
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Cuentos de las estrellas [PAUSADA]
FantasyDicen que las estrellas poseen la sabiduría eterna y por ello es en la noche cuando inspirados por su luz surgen las más maravillosas historias. Así que venid, acomodaos bien y preparaos para descubrir conmigo lo que este relato nos deparará. Todo c...