Tras aquella escena surrealista Shyla no consiguió pegar ojo, sentía todo su cuerpo entumecido, frío, congelándose desde dentro. En su cabeza millones de posibilidades se cruzaban una detrás de otra.
—¿Qué el destino del mundo estaba en sus manos? ,JA— pensó, que fueran a contarle esa historia a otra, ella suficiente tenía con lo suyo, en ese momento decidió que continuaría con estas personas la mitad del camino y luego se iría hacia donde tenía planeado, no pensaba dedicarle otro minuto a insulsas profecías ni a cuentos de brujas. Se levantó decidida de aquella improvisada cama y miro al exterior de la cueva, era de día y ya no nevaba, menos mal, se dijo así podría continuar el viaje. Se dirigió entonces hacia el interior buscando a la anciana, caminó un trecho hasta llegar a las profundidades de la cueva en donde se encontró a todos los integrantes de la tribu sentados en un perfecto círculo. Nadie hablaba, incluso los niños se encontraban con las piernas cruzadas y los ojos cerrados sin moverse. Shyla espero en silencio no queriendo interrumpir aquel extraño ritual
—Ven niña, siéntate con nosotros.—Dijo de pronto la anciana sin siquiera abrir los ojos. Shyla se aproximó y sentó en el hueco libre que la estaban dejando sin saber muy bien lo que hacer.
—Estamos hoy aquí reunidos como cada día para agradecer a los elementos— ¿Elementos? Se preguntó la muchacha
—Ellos nos proporcionan todo lo necesario para sobrevivir y por esto siempre se lo agradeceremos, agua, tu que alivias nuestra sed cuando nos encontramos sedientos, que amparas bajo tu brillante manto a millones de seres vivos y que das vida a todo lo que a tu alrededor se encuentra, gracias.
Tras aquella frase dicha de boca de la anciana la temperatura de la cueva bajó, Shyla sintió su propia sangre fluyendo, oyó en la lejanía el fiero sonido de las olas chocando contra acantilados provocando virutas de plata. Imaginó una playa en calma y llegó incluso a notar el agua balanceándose en sus pies.
—Fuego, opuesto al agua pero complementarios a su vez, nos das calor cuando el frío congela nuestros huesos, tú que alimentas nuestras hogueras y nos cobijas entre tus calurosos brazos, tú que nos proteges y nos enseñas conocimientos escondidos, gracias.
Calor, eso fue lo que Shyla sintió en ese momento, tanto calor que empezó a sudar, pero a la vez arropo y sensación de seguridad. Se imaginó entonces una llama, informe pero igualmente hermosa, de colores indescriptibles que bailaba y se movía instando a la chica a seguirla.
—Aire, portador de noticias, padre de los viajes, gracias a tu fuerza y poder los barcos se mueven yendo a tierras desconocidas, tú, misteriosa alma en cuyo lecho duermen aves tan bellas como peligrosas, ampáranos bajo tu manto azul y junto con tu hermano el agua ayuda siempre a los marineros a llegar a buen puerto. Te agradecemos por traer las nubes contigo e instarlas a llover regando nuestros cultivos, gracias.
Shyla oyó entonces un ulular pero no como el de un búho sino un silbido lento y acompasado, justo detrás una corriente la rodeó, aire soplando en todas las direcciones revolviendo su cabello. Se lo imaginó como un niño inocente, divertido y travieso jugueteando por todas partes. Aunque también enfadadizo provocando huracanes y desastres por donde quiera que pasara.
—Tierra, que dormida siempre estás pero que sin ti no existiría nada, todos vivimos sobre tu ser y gracias a tu poder plantas crecen sin control llenándolo todo de un hermoso verde, a su vez los animales viven gracias a ellas formándose un ciclo sin final del cual tú eres su centro y precursor. Tú, que siempre serás ese hermano protector te agradecemos el cobijo que nos otorgas cuando el mal tiempo nos impide continuar nuestro viaje por tu cuerpo.
Toda la cueva en ese momento se estremeció y la chica sintió como esta se empequeñecía intentando acercarse hacia ellos, en su cerebro un bosque apareció, tras él una llanura y siguiéndolos un desierto. Todas aquellas representaciones eran lo mismo, tierra, daba igual que hubiera en su superficie ya que todo era tierra. Shyla pensando que ya todo había concluido iba a abrir los ojos cuando la anciana retomó su discurso.
ESTÁS LEYENDO
Cuentos de las estrellas [PAUSADA]
FantasyDicen que las estrellas poseen la sabiduría eterna y por ello es en la noche cuando inspirados por su luz surgen las más maravillosas historias. Así que venid, acomodaos bien y preparaos para descubrir conmigo lo que este relato nos deparará. Todo c...