Capítulo 5 | Tsunami

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"Pasan las horas
pasan los días
la vida pasa por encima  
pero también así se esquiva una ola."
Algo que decirle al mundo. Rubén Pozo. 

¿Qué está insinuando? Conozco a Pit desde hace años y sabría perfectamente si siente algo por mí

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¿Qué está insinuando? Conozco a Pit desde hace años y sabría perfectamente si siente algo por mí.

Después de aquella conversación, mis pies me llevan a la biblioteca. Instintivamente, cojo un folio en blanco del montón de encima de la mesa y un boli bic color negro. Me acomodo en el sillón de cuero y comienzo a escribir.

"A veces la vida me quema,
y provoca un incendio en mi interior,
hasta que la sangre me arde en las venas.
Y luego, apareces tú,
para provocar un tsunami,
convertirme en océano,
y apagar uno a uno todos mis miedos".

Después de siete años he vuelto a escribir, y tengo una razón de peso para hacerlo, Liam Ackerman. Me paso toda la noche escribiendo, hasta acabar dormida encima de mis escritos. A las tres de la madrugada, me despierta un leve dolor de cuello. Subo a mi habitación, me pongo la camiseta negra de Liam exhalando su aroma a limón y me acurruco en la cama de matrimonio con Manet, quien me ha seguido sin darme cuenta. Esa noche, duermo profundamente bien, sin nada que me perturbe el sueño.

Al día siguiente, una melodía de piano provoca que me levante de la cama. Aún frotándome los ojos entreabiertos como consecuencia del profundo sueño en el que estaba sumergida, consigo llegar hasta la biblioteca, de donde procede aquel sonido. Mamá, pienso, y mis latidos se disparan. Abro sigilosamente la puerta de madera y, sin apenas hacer ruido, entro a la sala.

Allí está él, sentado ante el imponente piano de cola blanca, tocando una de mis composiciones favoritas del gran músico Johann Sebastian Bach. Liam, quien está de espaldas a mí, ni siquiera se percata de mi presencia. Tiene el torso desnudo y lleva un pantalón de chándal gris, lo que le hace aún más atractivo.

Permanezco inmóvil durante todo el tiempo que dura la canción, observando el tatuaje en forma de tortuga marina que le cubre la parte superior de la espalda y, admirando, como sus gráciles dedos, tocan la mejor actuación de Bach que he oído nunca. Dejándome llevar por la melodía, cierro los ojos, y una maraña de pensamientos se apoderan de mí. Al cabo de unos segundos, la música se detiene.

—¿Qué coño haces aquí? —gruñe dirigiéndose hacia mí.

—Nada... yo solo... —doy un paso hacia atrás, intentando recobrar la compostura.

Me ojea de arriba a abajo y su expresión cambia de furia a sorpresa. Sigo su mirada y me percato de que aún llevo puesta su camiseta negra. Mierda.

Necesito que me creasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora