Capítulo 14 | Amor no correspondido

596 93 101
                                    

''Tienes algo dentro
Yo lo he visto brillar 
Pero corres...
Y corres 
Échame de menos
No me falles esta vez
Porque no sé si voy a volver.''
Volver. Bonus Track.

  —Así que ahora Ackerman y tú sois

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

 
—Así que ahora Ackerman y tú sois... ¿amigos?  —suelta Ash al otro lado del teléfono.

—Pues sí.

—¿Y a quién se le ha ocurrido semejante tontería? Es evidente que vosotros no podéis ser amigos, solo basta ver como os miráis para saberlo. ¡Si os coméis con la mirada! —me reprocha decepcionada y soltando un gritito de frustración al final.

—Entre Liam y yo nunca va a haber nada, Ash, ya me lo dejó suficientemente claro —contesto y noto un ápice de tristeza en mi voz.

—¿Cómo? ¿Qué te ha dicho el imbécil de Ackerman? —grazna irritada.

—Nada, es mejor dejarlo estar. Además, es demasiado largo para contarlo por teléfono —respondo tratando de calmarla, ya que parece que está incluso más alterada que yo.

—No creas que te vas a librar, en cuanto esté totalmente recuperada iré a interrogarte —amenaza entre risas.

—¡Ay Ash! —exclamo—. Perdona por no haberte preguntado antes, ¿cómo te encuentras?

—Pues mejor de lo que esperaba, ya casi no tengo dolor de cabeza. La verdad es que Peter se portó como todo un caballero —explica y puedo notar la ilusión en su voz.

—Es que Peter es un caballero —afirmo y escucho una risita tonta al otro lado del teléfono—. ¿Qué tal con él? ¿Pasó algo que yo deba saber? —inquiero con curiosidad.

—Pues la verdad es que no —bufa—. Le gusta otra chica, y aunque él no quiso decirme su nombre, no hay que ser muy inteligente para adivinarlo.

—¿Peter Evans enamorado? ¿Y de quién si se puede saber?

Justo cuando Ashley va a contestarme, los gritos sonoros de mi padre procedentes del piso de abajo, me obligan a tapar el auricular del teléfono móvil.

—Lo siento Ash, pero tengo que colgar, ya me lo contaras en otro momento —digo mientras bajo las escaleras a toda prisa y cuelgo el teléfono.

—¡Por fin! Tu hermana y yo llevamos esperándote una eternidad —brama enfurecido.

—Lo siento, papá. Ya podemos irnos —me disculpo forzadamente.

Necesito que me creasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora