Me presento: Me llamo Emma Banks y estoy enamorada de un idiota integral. ¿Sabéis esa sensación de estar tan pillada por alguien que no puedes sacártelo de la cabeza ni con agua caliente? Pues eso me pasó a mí cuando volví a casa después de un año e...
''Somos dos, para qué queremos más.'' Aproximación. Pereza.
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Me despierto debido a un rayo de sol que se cuela por la ventana y se proyecta directamente contra mi párpado izquierdo. Abro los ojos con dificultad y por un momento creo estar soñando. A mi lado está Liam completamente dormido, rodeándome la cintura con su brazo. Por mi parte, me encuentro recostada sobre uno de sus hombros. Parece un ángel, como lucifer antes de caer del cielo.
Me quedo absorta observando su tez perfecta y sus largas pestañas. Al cabo de unos minutos, comienza a frotarse los ojos y me doy cuenta de que se ha despertado. Me pongo tan nerviosa que lo único que se me ocurre es hacerme la dormida.
Noto como se despedaza a mi lado y aparta su mano de mi cadera, muy a mi pesar. Pasa un largo rato y como no vuelvo a notar ningún movimiento, supongo que ya se ha levantado. Alzo la vista y descubro que me he equivocado. Liam tiene su mirada fija sobre mí, como hace un rato yo la tenía sobre él. Nuestras miradas se encuentran y siento una suave descarga.
—Buenos días —me saluda sin apartar los ojos de mí.
—Bu... buenos días —titubeo ruborizada.
Liam se acerca más a mí y se detiene a unos centímetros de mi rostro, provocando que todos mis músculos se paralicen y se forme una vorágine de sensaciones en mi estómago.
—Deberías vestirte, son las nueve y media y nos vamos a las diez —advierte señalando la hora en su reloj de pulsera.
Yo me limito a asentir con la cabeza.
—Voy a ducharme —masculla apartándose de mí.
Liam se levanta de la cama, se pasa la camisa por encima de su cabeza y la tira al suelo, dejando al descubierto su torso desnudo y permitiéndome ver el tatuaje de la tortuga marina que le cubre la espalda.
—Me gusta tu tatuaje —digo antes de poder contener mis palabras y noto como a Liam se le forma una sonrisa de medio lado.
—A mí también —contesta a la vez que atrapa una toalla de baño de un cajón y se la coloca sobre los hombros.
—¿Qué significa? —pregunto con curiosidad.
—No es asunto tuyo —advierte y desaparece por la puerta de la habitación.
¿Por qué tiene que ser siempre tan capullo?
La verdad es que siento una enorme curiosidad acerca de aquel tatuaje. ¿Tanto significa para él como para decidir tatuárselo en la espalda? Atrapo el móvil e inicio una búsqueda exhaustiva por internet, hasta que encuentro una fotografía de una tortuga idéntica a la que lleva tatuada Liam. Pincho en ella y me lleva directa a una página web donde explican su significado.
