Capítulo 17 | Incógnito

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''Reconciliarme con el amor,Inevitable dolor, pero opcional el sufrimiento,Se tambalean los cimientos, Pero al final se cae de pie,  Más fuerte, más flexible,Más gato y más perro viejo,Más cepa de vino añejo,Más vivo y más vividor

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''Reconciliarme con el amor,
Inevitable dolor, pero opcional el sufrimiento,
Se tambalean los cimientos,
Pero al final se cae de pie, 
Más fuerte, más flexible,
Más gato y más perro viejo,
Más cepa de vino añejo,
Más vivo y más vividor.''
Reconciliarme con el amor. Mr. Kilombo.

En un abrir y cerrar de ojos, y después de haberme equivocado unas tres veces de aula gracias a mi pésima orientación, me hallo corriendo en busca de mi siguiente clase. Por suerte, veo a Sarah esperándome en una de las puertas del inmenso colegio y puedo entrar justo antes de que llegue el profesor. Ambas nos sentamos juntas en primera fila.

—¿De verdad Ackerman y tú estáis saliendo? —pregunta Sarah clavando los codos en la mesa y dejando caer la cabeza sobre sus manos—. ¡Quiero que me lo cuentes todo! Todavía recuerdo el beso que te plantó ayer delante de las víboras y se me acelera el corazón —expresa en un suspiro y con cara de boba.

—No hay nada que contar, Sarah, solo me siguió el juego —contesto sacando el libro de biología de mi mochila.

—Eso no te lo crees ni tú, Em. Vi como os besasteis en casa de Erik y ahora esto... ¿Hasta cuándo pensáis seguir negando que estáis locos el uno por el otro?

—Tú si que te estás loca, pero de remate. Deberías dejar de ver tantas series románticas porque te están afectando aquí —afirmo dándome pequeños toquecitos en la cabeza con el dedo.

—Lo que tú digas —frunce el ceño y pone los brazos en jarras.

—¿Podemos dejar de hablar de mí y de Ackerman? El profesor no para de mirarnos —susurro ante la atenta mirada del Señor Robinson.

—¡Sí mi capitán! —responde riéndose mientras yo le doy un codazo para que baje la voz.

—Cállate o acabaremos castigadas hasta final de curso —musito.

—¿Vendrás a la fiesta de disfraces de la fraternidad de Patrick? Es dentro de dos semanas y vamos a ir todos —expone ignorándome por completo.

—No lo sé, Sarah. Y ahora deja de hablar, por favor.

—Lo haré si me prometes que vendrás.

—Está bien, iré —resoplo y ella esboza una sonrisa triunfal.

—Eh, vosotras dos —exclama el Señor Robinson acusándonos con el dedo—. Lleváis toda la clase hablando. Si escucho una palabra más os quedaréis castigadas por la tarde durante todo el mes. ¿Me habéis entendido?

Ambas asentimos avergonzadas.

Después de dos horas interminables de estudio mitocondrial, suena el timbre y puedo salir de aquel suplicio. Veo a Peter acercarse a mí por el pasillo y me abalanzo a su encuentro.

Necesito que me creasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora