Inevitable Accidente

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De mi infancia solo tengo un viejo recuerdo, de una escena y un consejo, de nadie más, sino de mi madre, mi verdadera madre, pues la mujer que me crió, solo era la esposa de mi padre.

"Ten siempre presente, que no todo el mundo a tenido tus ventajas - me dijo".

Durante esa tarde en la que jugábamos entre los dorados girasoles, siempre supe que quiso decir mucho más, pero cada quien da la interpretación que mejor se le adapta a un recuerdo.

En esta ciudad, en la que ahora me encuentro, mi familia ha sido, por muchas generaciones, gente bien acomodada, de destacada posición social. Pero ahora, los Luthor formamos una especie de familia en decadencia, donde sólo yo, puedo salir a dar la cara.

Recuerdo que me gradué en Harvard, exactamente a la edad de veintidós años, e, inmediatamente decidí comenzar mi vida en Metrópolis, un lugar lleno de inmigración teutónica, el cálido centro del universo. Un lugar que con el tiempo me pareció el andrajoso extremo del mundo, de modo que me marche al Este, con el afán de iniciarme en el negocio familiar.

Todos los miembros de mi familia habían sido encarcelados o habían fallecidos, así que, supuse que estaría bien, ocuparme de los desastres que mi apellido había provocado, me mude entonces con la firme creencia que mi estancia allí sería definitiva.

Lo práctico habría sido buscar alojamiento en el centro de la ciudad, pero yo acababa de abandonar una tierra donde no se podía respirar, ni dormir bien, así que cuando se me dio la oportunidad de obtener un penthouse en la zona suburbana, la idea me pareció excelente.

Tenía una vista estupenda, con altos muros blancos y vidrios panorámicos atractivos en demasía, compre una cama fina y grande, además de construir una nueva biblioteca para todos mis libros.

Al principio me sentía sola, pero una buena mañana, vi al destino pasar justo frente a mis ojos, una figura femenina cruzando el cielo posiblemente preparándose para salvar alguna vida, y ya no me sentí sola, era una exploradora, una soñadora, una de las primeras con la intensión de conquistar el mundo.

Y asi fue como, contemplando el sol y los grandes dotes de la superheroina de la ciudad, experimente la extraña convicción de que con la esperanza, la vida comenzaba de nuevo.

Por otra parte, ya no tenía mucho tiempo para recordár, me había decidido finalmente a dar el mayor paso de mi vida, y mi inquebrantable vigorosidad no podía esperar más.

Habia pasado toda la tarde adornando el penthouse para esta ocasión especial, rosas, velas y vino, eran el toque que había elegido para esa oportunidad. Además de una perfecta cena acorde a la altura de la situación.

Estaba realmente nerviosa, había cambiado mi traje en más de una ocasión, hasta elegir uno de tono azulado, con corbata negra la cuál no pude arma correctamente pues mis manos temblaban, enviándome a una espiral de frustración.

Recorri el penthouse asegurándome que todo estuviera en orden, tomándome además, cada vez que podía, un tiempo frente al espejo, para practicar las palabras necesarias que debia pronunciarle a supergirl.

"-Kara, has sido más que una gran amiga para mí". - No, eso es muy básico, vamos Lena puedes hacerlo mejor.

" - Kara Danvers, así como esa hermosa falda ajustada salva el mundo todos los días, también a mi me a salvado..." - ¡ahhh! esto es muy difícil.

-"Hey chica de acero, tu y yo igual a para siempre". - ¡Demonios!, eres una tonta.

En ningún momento pense que expresar mis sentimientos fuera tan tortuoso, porque cualquier demostración de absoluta sinceridad en mi, provoca un asombro, camine sin más de un lado a otro sin cambiar la idea que tenía en la mente, pues estaba completamente decidida a hacer a supergirl mi esposa, no desde ahora, sino desde que la había conocido aquella tarde en mi despacho, cuando mire a sus ojos azules, mientras me hacía preguntas con su suave y emocionante voz, la suya pertenencia a aquella clase de voces, que parecían una composición musical que jamás se vuelve a interpretar. Su rostro era triste pero hermoso, lleno de encantos; brillantes pupilas frescas y apasionante boca, en su ser latía una excitación que difícilmente pude olvidar.

El Error De Eros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora