Más Que Una Despedida.

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Las incesantes náuseas que acompañaban cruelmente a la sangre de mi rostro, no tuvieron la capacidad de oscurecer ese vistazo al deslumbrante y amoroso pasado que compartí con Kara Danvers, no cabía duda, deseaba casarme con ella, por la única razón de que la amaba, y había forjado para ella el anillo que semanas antes había deslumbrado frente a mis incrédulos ojos, el cuál no se aparto de sus manos en medio de esa tortuosa odisea.

Como pude, recorrí la distancia hasta el closet, dejando atrás esa figura propia y expectante de anfitriona nocturna; acomodando sobre mis hombros solo una blusa y una chaqueta oscura con pantalones ajustados del mismo color. El sol se posaba graciosamente sobre el verde jardín  de la mansión, iluminando algo más que un recuerdo en mi interior, me precipite a darle un beso en la frente a Katya, acariciando sus ahora oscuros cabellos.

-Lo que te quede de vida, espero que sea afortunado. - me despedí con serenidad.

Con paso dominante deslice mis deseos por el pasamanos de las escaleras de mármol, un acto peculiar y lejano a la postura que había mantenido, y una insensatez debido a mi dolor de cabeza que a cada pasó se disminuía bajo la sombra de un nuevo sentimiento, podría afirmar sin ánimo de alentar un mal augurio, que estaba feliz.

La ama de llaves una dama descendiente de extranjeros colombianos, no mayor de 30 años, se acercó con sorpresa al verme aterrizar con torpeza sobre el suelo de la sala, su rostro posó dos sensaciones completamente opuestas con sólo dos de mis palabras, "estoy bien".

-¿Está usted segura señorita Luthor? . Fue una larga caida. - trató la mujer de ayudarme a levantar.

-No lo suficiente como para hacerme daño, gracias por la ayuda Ana, pero debes saber que si realmente estuviera en peligro, supergirl me salvaría.

La mujer no pareció entender mis palabras, las bromas sobre los Kryptonianos en la casa Luthor eran castigadas, eso daba una pista de la sorpresa sobre mis comentarios. Pude evocarme a explicarle porque ya no debía tener miedo de lo que decía en esa casa, pero debía alcanzar a Kara, donde fuera que estuviera.

Le extendí un agradecimiento y un ligero abrazo mientras me despedia, aún tambaleandome por el estruendo de mi osadía, recorrí los ahora solitarios pasillos de la mansión, sin alentar el menor desánimo, dentro de poco estarían llenos de hijos hermosos descendientes de mi sangre y la de Kara.

Al llegar a la puerta, coloque ambas manos sobre las perillas, los ligeros detalles artesanales de la madera y del pomo dorado que ahora sostenía, alertaban los ímpetus de superioridad de los Luthor, todo eso ahora sería un mal recuerdo.

Sin más vacilación tire de esa puerta, dejando entrar el dorado sol a mis ojos, un leve destello de cálidez sobre mi rostro acariciandome como solo Kara podía hacerlo, prácticamente salí despedida en busca del BMW, pero al cuarto escalón ese espléndido sol iluminó la capa roja de supergirl que reposaba sentada al inicio de la entrada.

No me percate al momento, pero la felicidad paralizaba la escena, debido a que, cuando miras por primera vez al amor de tu vida, el tiempo avanza más despacio. Su cabello dorado bailaba con el viento, un atributo de asombrosa admiración, su rostro a pocos metros de distancia de mis labios, comenzó a girar, atendiendo a la llamada de nuestras emociones.

Dos poderosos zafiros se cruzaron con mis ojos, advirtiendo una escena desesperanzada de que Kara había estado llorando, traté de alcanzarla, darle un consuelo a su pena, pero sus manos me apartaron de tal manera que sentía el frío clima del rocío mañanero en sus dedos, que sostenían además de rechazo un libro de cubierta roja.

Solo con darle una leve mirada a su aspecto, denote ante mis ojos, que llevaba mucho tiempo allí, posiblemente esperando, sus botas y el orillo de su capa están sucios de fango, sus hombros húmedos de haber soportado una ligera lluvia, acompañaban ese mal semblante.

El Error De Eros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora