En los primeros trece años de mi infancia, disfrute de una vida en Krypton, como la hija de unas de las familias más poderosas, la última hija de la antigua casa de El, una niña que no cesaba de bañarse en lujos y buenos tiempos; una reserva que no lleva a una postura propia de una inmigrante, una paria, una extranjera, en la que extraordinariamente después me convertiría.
"Recuerda siempre mi pequeña, que eres amada.". - fueron las últimas palabras que dijo mi madre antes de despedirme a la infinita oscuridad del universo.
No hubo más, sólo la peculiar reserva de encontrarme pérdida, incluso antes de que mi nave se extraviara en la zona fantasma, estuve en una continua desolación que solo proporciona el saber que eres nada.
Sin familia, sin amigos, sin ninguna otra esperanza que la de brindar abrigo a mi primo Ka-El. Pero, cuando llegue a la tierra, no pude contemplar la única cosa a la que me había aferrado, pues él ya era un hombre, el protector de la tierra.
Así fue como terminé en una actuación desenfrenada sobre mi vida, cedíendo ante la única opción que se me presentaba, ser adoptada y criada por una familia humana, que inequívocamente aseguró que ocultar mis poderes y solo convertirme en una chica común, seria jactanciosamente lo correcto.
Inmediatamente advertí, que durante toda mi existencia, solo había contemplado hacer el bien, igual que mi primo, el ser más admirado de la tierra; pero complicada y desafortunada como me encontraba, elegí ser reportera; pero, inclusive eso se me había convertido en una hazaña cuesta arriba, pues mi mayor esfuerzo solo me había dado un trabajo ingrato y mal pagado como asistente de Cat Grant.
Necesitaba más, aunque la blandengue impresionabilidad de mi apariencia se diera a ocultar todo lo que era, mi sangre llamaba a ser una salvadora, una esperanza, hasta que el brillante horizonte deslumbró una oportunidad, de sostener en mis hombros el avión donde viajaba mi hermana, dándo a la espectante mirada del mundo el nacimiento de una nueva heroína.
Ya no solo era Kara Danvers la asistente en Catco, era la nueva fe de las personas, el respiro de sus vidas, era Supergirl; y la desmesurada actuación de mi nueva vida, me llevó a usar el símbolo de mi casa, pues en mi, ahora se arraigaba la firme creencia que con la esperanza, todo comienza de nuevo.
Luego la conocí, a la ininterrumpida dignificacion del ser, conocida como Lena Luthor, la nueva y flamante CEO de Lcorp, la gran capitana de la industria, la ama del universo, la persona que contemplaba la vida a través de un par de gafas oscuras Guchi.
Su cabello bien cuidado, danzada cuando caminaba, y sus pronunciados labios color cereza, solo podían competir con su sensual gesto de ceja levantada, la adore al instante, aunque su comentario desdeñido del inicio fuera una forma de apartar mi presencia de su oficina, no podía dejar de mirar con espectantes ojos y una boca abierta, toda su presencia.
Aunque fuese una Luthor, no había nada perverso en su presencia, por lo que no me admire cuando tomo un arma y salvo la vida de mi hermana en un evento público que salió terriblemente mal. Desde entonces solo busque la forma de hacerme notar frente a ella, tanto como Kara Danvers, la futura reportera, como Supergirl la heroína de la ciudad.
Su presencia poco a poco se convirtió en una necesidad, con desesperación pasaba largos ratos mirando por su balcón, viendola divertirse inmersa en sus libros, y repuse al poco tiempo que ella sabía que yo la observaba, solo que disfrutaba con mi patético acto de admiración.
Poco tiempo después, sus actividades más mundanas las comenzó a compartir con Kara Danvers, almuerzos, reuniones, salidas al gimnasio, todo un mundo de su persona destinado a un ligero coqueteo y roze de manos. Debi verme como una tonta en más de una ocasión, agitando mis anteojos tormente frente a ella para calmar mis nervios.
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El Error De Eros.
FanficLuego de sufrir el más funesto de los accidentes, Lena Luthor, descubrirá el verdadero significado de la dualidad, guiada ciegamente por el error del amor, se verá en medio de dos mujeres, que competirán sin saberlo, por una causa perdida.