Capitulo #18

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Encerrado en una habitación trasera de la iglesia, el joven muchacho permanecía incomprensiblemente dormido durante ya cuatro días. Sobre su rostro parecía haberse deslizado la máscara de la muerte, porque era tal su palidez no natural, que así debía ser mirar hacia el pozo vacío y descubrir en su fondo a tu cuerpo muerto, un instante antes de caer. Y estaba tan frío y seco, siendo el pulsar lento y constante de su corazón, la única prueba irrefutable de no ser ya, nada más que un cadáver.

Sus padres, cercanos a la bruma de la histeria, habían decidido abandonar el pueblo y buscar ayuda profesional en la ciudad, pero casi al instante en que la opción se abrió paso en sus mentes, una poderosa tempestad rugió en las montañas; derribó árboles, desbordó ríos y cerró los caminos. No existía forma de abandonar la villa hasta que la tormenta se calmara, pero el viento gritando blasfemias advertía traer consigo solo calamidad. Y no era la fé fuerza suficiente en ninguno de ellos.

La iglesia, a pesar de todo, se convirtió en refugio a la familia preocupada. Ese domingo, todo el pueblo consagrado frente al altar oraba por el joven esclavo del sueño, para vencer la lucha contra el mal y repeler a las brujas enloquecidas de la gran montaña. "Esos demonios conjuraron sobre el chico", decían los campesinos. Y en este punto, no había escéptico capaz de negarlo.

Bajo los ojos del padre Ricardo se pintaban manchas negras feas de ver. Su cabello revuelto y su aspecto en general descuidado, convencieron al gentío cuan pesada era su lucha contra el mal. Parado en medio del altar, él mantenía sus manos elevadas al techo y susurraba plegarias.  Así que oraron más fuerte.

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Diana poco más había caído de rodillas. La noticia del joven turista, dormida hace cuatro días, se había esparcido rápidamente. Castigada o no, y sin esperar a ser permitido, salió de casa cuando la luna sonriente  reinaba en el cielo y nadie rondaba por los caminos. Su madre intento detenerla, "Ese muchacho tiene el espíritu de un demonio, ahora más que nunca debes alejarte de él", grito en el marco de la puerta, conciente de no poder alcanzar a su hija corriendo, pero Diana ni siquiera volvió la mirada, ignoró lo dicho y aceleró la marcha rumbo a la iglesia.

A lo lejos, mirando la ausencia de luces, Diana supo que la iglesia estaba ya cerrada y no habría nadie a disposición para abrirle la puerta. Vaciló un segundo, considerando volver mañana temprano, pero siguió avanzando. Ella tenía que ver cómo estaba. No podía bajo ningún concepto o amenaza regresar a casa sin que antes, primero, como condición inexorable, cumpliera a su martirio una sola imagen de la condición de Baekhyun. Solo una mirada, se dijo. Porque era preferible el dolor nacido de la certeza que dormir con la duda angustia.

Cuando Baekhyun se desmayó ante la vista de ella y Suho, Diana solo contuvo la respiración y se quedó en su lugar sin moverse un centímetro, como si sus pies hubieran echado raíces. Después volvió a casa antes de que su madre y abuela volvieran, fingió desconocer nada y no supo más, hasta que, descuidadamente la abuela mencionó el tema delante de ella.

Diana rodeo la iglesia, esperando hallar la habitación de Baekhyun en la primera planta. Ahí estaba, en la parte trasera. Su vista se arrastró por los cristales y divisó la melena frondosa del chico esparcida sobre la almohada. Una manta blanca se acostaba sobre él cubriendolo hasta el pecho. —Baek...—. Sus dedos pegados al cristal. Incluso afuera  percibía sin esfuerzo, en medio de la oscuridad, la abrumadora palidez en su rostro.

Diana deseaba entrar. Quería hablar para que él escuchará su voz, pues suponía optimistamente que sus palabras llegarían a él, como lo hacían las cartas de una mujer a su amado en las películas románticas, sin remitentes ni dirección, llevadas por el viento. Porque confiadamente pensaba que su atracción era correspondida y sería ella quien le guiará de vuelta a la consciencia. Pero Diana, que había pasado encerrada una semana y aún antes de eso, ignorante a los hechos reproducidos rápidamente a su espalda, no sabía que las cosas habían tomado el rumbo previamente establecidos. Y ese rumbo no la consideraba.

La ventana cedió ante la fuerza de presión y Diana cayó dentro de cabeza. Fue un golpe seco poco sonoro, supuso pues, nadie lo habría escuchado. Camino hasta la cama ignorando las ondas de dolor brotando de su frente, la prueba de lo que esa noche haría. Se sentó al borde, muy cerca de Baekhyun y puso su mano sobre una de sus desinfladas mejillas. Dios, estaba tan frío. Frotó un tiempo la carne, tratando de crear calidez en ella, pero no sentía el más leve cambio de temperatura y, pese al deseo inicial de interpretar un monólogo, su boca se mantuvo firmemente cerrada. No dejaría escapar los sollozos aunque el nudo en su garganta terminará por ahogarla.

Fue un rato así, frotando simplemente, cuando escuchó pasos acercándose y una débil luz tomaba resplandor bajo la puerta. El temor y la adrenalina se dispararon en su sangre, pero aún así, nuevamente, no se movió un centímetro. El tintineo de llaves chocando, la cerradura desnudada, la puerta fue abierta. Era el padre Ricardo sosteniendo una lámpara de aceite. Al verla, sus ojos cansados se abrieron horriblemente como si en ves de Diana, hubiera visto el ángel de la muerte acompañando a su invitado. Entro y precipitadamente se arrojó sobre ella, tomándola fuerte por el brazo, — ¡¿Qué haces aquí? Niña! —, interrogó. Su voz apretada y su rostro como preocupado, hicieron creer a Diana que no era su presencia en la habitación lo que a él disgustaba. La llevo  corriendo hasta el fondo de la habitación y casi la tiró dentro de un viejo armario, —No hables, Diana. Por el amor a Dios, no te atrevas a anunciar con alguna señal tu presencia — le advirtió pegando las palabras. Cerro el armario y se apresuró a la ventana abierta.

Diana respira agitada lo más silenciosamente posible, mirando por la ranura entre las dos puertas. Su corazón latía rápido y torpe, llevo sus manos al rostro y tapo su boca antes de expresar un jadeo de sorpresa. — El viento abrió la ventana, señor —, dijo Ricardo. En la puerta se encontraba el hombre que Diana conoció en el bosque y que tanto miedo infundaba en ella, el cual, el padre Ricardo había advertido, mejor era olvidar. 

Diana ahora podía verlo detenidamente. Era muy alto y su rostro impávido, blanco como la cal, semejante al de Baekhyun, pero diferente a la vez, despreciaba casi todo a su paso. Caminaba erguido, con el mentón elevado y vestía ropas elegantes. Parecía ante todo, un fantasma del pasado. Se movía en el lugar como una intervención, un flujo inconstante, la visión en sus bordes se contraía; nada en la habitación parecía más fuera de lugar que él. —Vete —. Fue su voz una lámina afilada.

Solo un segundo, Ricardo miro hacia ella y luego salió del cuarto llevando consigo la lámpara. De nuevo la habitación se sumergió en la oscuridad y el hombre, sin luz alguna que cubriera su propia luz, flotaba ahí como una aparición y se movía en la oscuridad como un adiestrado ladrón, se acercó a la ventana y la cerró, ignorando las huellas de lodo bajo sus pies.

—Deja de fingir que no estás ahí— hablo de repente dando la espalda al lecho. Una descarga recorrió su cuerpo desde la punta de los dedos del pie hasta la raíz de sus cabellos. —"Sabe que estoy aquí"—. Cuando Diana estaba convencida que a ella eran dirigidas las palabras, él susurro un nombre de mujer. Un nombre que no era el suyo. — Rouse... — llamo.

El cuerpo postrado se movió de repente y Diana casi grito. Baekhyun estaba sentado ahora, — Sehun... — hablo con tristeza la voz de una mujer. — ¿Has venido a matarme? — preguntó.

El hombre, Sehun, giro lentamente y así mismo camino hacia Baekhyun hasta que sus piernas chocaron en la cama, su mano izquierda se levantó hasta el mentón de Baekhyun y dejó allí una caricia. — Vine a pedirte que abandones este cuerpo—. Respondió alejando su mano.

—Yo soy — dijo la voz de Baek convertida en mujer. Dijo Rouse, — Yo soy él...

Diana contuvo la respiración. Baekhyun estaba poseído.

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Bueno. Se está calentando el sartén.








Of the gentleman [Sebaek] [Yaoi/Gay] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora