Capitulo #22

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En medio brilla luz tenue de una vela. Su ráfaga amarillenta se abría alcanzando a los dos seres sentados de frente a ella en polos opuestos. Dos pálidos contrastes a la oscuridad vagando a sus espaldas, que la luz de la vela a provocado. Las sombras se agrandaban y subían por las paredes y temblaban cuando, la frágil flama, era sacudida por las respiraciones artificiales de él tristemente soportando la, quien lo miraba fríamente.
Estaba también presente el silencio, quieto en el aire  como los números del reloj viendo pasar por encima de ellos las manecillas.

Sehun no se movía. Su figura grácil imitaba a un maniquí en una única posición porque sabía, si movía siquiera un párpado, se le caerían todas las partes. Y Rouse, ella tampoco se movía. Pero en la eternidad todavía se mueve el tiempo aunque indiferente y Sehun no podía más soportarlo, y dijo, — ¿Que estás esperando, Rouse? Acaba con lo que sea que nos hemos hecho — Desafiante, su voz, ceniza húmeda.

El silencio tomo la palabra. Ella solo siguió mirándolo clavando más profundo su mirada, sabiendo cuan atros era para Sehun ser receptor de su desprecio. Después de unos momentos, ella lo reconoció, — Tenemos mucho tiempo, mi amor. Tantas cosas que contarnos —. Miel agria derramada en boca. El rostro inamovible de Sehun se contrajo ligeramente, disgustado quizás, por las dos palabras a mitad de la oración. O puedo que disgustado no sea la noción correcta... ¿Dolido, tal vez?

Otro silencio intermedio.

—¿Por qué la traicionaste? —. Saltó de su boca la rana. El acento de Baekhyun cuestionó, escupiendo decepción ante todo. Sehun, habiendo desviado su mirada hacia los límites de la alcoba, volvió la vista al rostro medido de Rouse, meditando «o al menos, eso parecía» la pregunta suspendida; veía en ella algo que no era antes aunque todo en ella siempre había sido. Algo de Baekhyun, aparte de su voz, se filtraba por los poros de la piel blanca del rostro de Rouse, algo dejaba de ser para ser otra cosa. Sehun se sintió tristemente reconfortado. Allí estaba ese muchacho escurridizo que escapó de él.

Baekhyun presionó ante la atención, —Responde. — cortante.

Sehun casi sonrío de la ironía, porque Baekhyun nunca fue tan sereno « ni frío» cerca de él, siempre nervioso, rosado y alegre. La flor exuberante que se había perdido en su bosque, pintado en los colores oscuros más brillantes. Pero la pregunta le hizo enojar. Desde el polvo en su interior se levanta una vieja ráfaga de amargura y por primera vez en doscientos años su boca registra con disgusto el sabor ácido de la pesadez.

Su mano derecha viajó a su cabello negro y liso, dejando asentar el polvo del pasado nuevamente. Mucho tiempo a transcurrido y el enojo no sirve de nada, no es más que una vieja herida abierta que ya no duele. —Traicionar es... — decía en tonos grises con los ojos cerrados — ...lo único que hice bien cuando aún vivía.

Confesó.

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Baekhyun sabe que la respuesta inquieta y asusta a Rouse, ella quiere destriparlo, arrancarlo en partes y comérselo, beber la sangre y quemar sus huesos. No quiere dejar un solo cabello. Y Baekhyun siente llorar por ella. El odio la consume por dentro, la quema fríamente, y cual gélida nevada la congela. La agobia, la a agobiado todos estos años.

Las palabras de Sehun los lastima. — Traicionar es lo único que hice bien cuando vivía—. Rouse se niega a seguir escuchando, queriendo cerrar sus sentidos  pero el abuso de sus emociones en conflicto la debilita y no puede hacer nada ante la incipiente necesidad de Baekhyun por oírlo.

—El título de Conde lo herede muy joven cuando mi padre murió a causa de una extraña enfermedad. Mi misión como el Conde Oh Sehun de la Vega, era principalmente mantener el prestigio de la familia y como católico consagrado, seguir las leyes de Dios. Mi familia siempre tuvo una relación cercana pero discreta con la Iglesia, como inversores y colaboradores, hacíamos donaciones y estábamos en casos políticos.

Más que el dinero que buscaba la Iglesia había, entre todo, una fuerte alianza de devoción y sentido de compromiso por llevar el castigo de Dios a todos los impíos; mientras eso se cumpliera, mi familia colaboraba.

La Iglesia dió el aviso urgente de un aquelarre poderoso instaurado en las montañas del norte, así que compre estás tierras, construí está mansión y el templo del pueblo, para que los aldeanos tuvieran donde ir a rezar mientras se buscaba a las brujas.

La primera semana no obtuvimos resultado alguno. El pueblo sin nombre era muy tranquilo y su gente amable pero cuando las brujas eran mencionadas, ellos huían del tema negando la existencia de ellas en esos lugares. Eran gente muy cobarde. A mitad de la segunda semana, durante una noche de luna nueva, el humo de una fogata  sobrepasó los árboles y lo ví desde mis ventanas. Supuse, era un aldeano. Pero entonces reconocí un patrón.

El cuerpo de Rouse emitió un escalofrío.

Todas las noches a la misma hora el humo de la fogata ascendía, una de esas noches me atreví a investigar y me adentre solo al bosque. A medida que me acercaba al origen del humo, un olor extraño me alcanzó. Oculto entre los árboles, todavía lo suficientemente lejos para no ser descubierto, observé como una muchacha avivaba una fogata mientras recitaba un ritual pagano escalofriante. Y mientras la avivaba el extraño olor se intensifica. Estaba quemando animales muertos.

Ella era hermosa. Cabellera oscura y larga, piel blanca y lisa, irónicamente, voz de angel. Esa fue la primera ves que te ví, Rouse. 

Rouse estaba consternada.

Siempre supe que eras adoradora de las tinieblas. Cuando me acerque a ti en el pueblo buscaba pruebas para poder acusarte porque pese al peso que pudieran tener mi título y mi nombre, necesitaba pruebas para hacer de tu juicio algo justo. Pero no contaba que en cada encuentro tu belleza me abrumara y tú personalidad inquieta, casi pura, me conmoviera. Y lentamente olvide mi propósito para estar contigo, aunque tus motivaciones "ocultas" todavía me perturbaran cuando dormíamos juntos.

Cuando supe que estabas embarazada, me sentí el hombre más feliz del mundo aunque hubiera traicionado mis lealtades y a mi Dios. Rouse, esa tarde uno de mis sirvientes me traicionó y conto todo cuanto sabía de ti al Padre del pueblo. Mientras tú eras arrastrada hacia la plaza, yo fui interrogado por el clérigo, y como última muestra de fe en Dios, dije la verdad...

Sehun recordaba tan vividamente el momento, cuando los clérigos se fueron y él quedó allí, sabiendo que su amada y el hijo que paraba en su vientre, estaban siendo quemados. Esa noche se acostó con esperanzas de no volver a despertar; destrozado por dentro, él había ingerido el veneno que usaba para cazar. Pero, algo lo arrancó de las fauces de la muerte y lo mantuvo no vivo, pero consciente.

Sehun existió esos doscientos años lamentando no haber podido acompañar a Rouse al infierno.

Una corriente se filtro por las ventanas y la flama de la vela tembló, apagando se. Las manos se Sehun apretaban los reposabrazos del sofá con suma fuerza casi rompiendo los, manteniéndolo quieto. El rostro de Rouse estaba dividido, no sabía si llorar ahora fuera correcto.

Afuera, empapadas por la lluvia, el aquelarre rodeaba la mansión.

***
Bueno, al menos para el final tendremos una pelea ultra violenta.



Of the gentleman [Sebaek] [Yaoi/Gay] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora