Capítulo 37

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En realidad, uno nunca sabe las sorpresas que nos tiene la vida, hasta que ocurren. Para nuestra desgracia, no siempre son sorpresas buenas. Geonhak jamás se esperó que lo que había comenzado como una perfecta mañana en la que contrajo matrimonio con el amor de su vida, se iba a convertir en el día más horrible que le había tocado experimentar, si es que continuaba vivo para contarlo.

Llamaron a la puerta unos minutos después de que una mujer de la tercera edad, su vecina de unas casas más abajo, viniera a llevarse a Serim y Yoorim, después de todo Doyeon y Sihyeon tenían clases de inglés en la tarde y su mamá no regresaría hasta altas horas de la noche. Él pensó que sus hermanas habían olvidado algo importante, así que dejando solos al pequeño Dongju y a su hijo por un momento, bajó las escaleras a trote, aunque lo que se encontró del otro lado no fue nada de lo que se pudiera esperar, ni en sus peores pesadillas. 

En menos de dos segundos su cuerpo rebotó contra el suelo cuando uno de los gigantescos hombres golpeó no su rostro, sino que impactó el puño justo sobre la parte superior de su cráneo, mientras el otro se encargó de taclearlo y dejar que el cuerpo del pelinegro cayera, causando un ruido sordo. Dolor, mucho dolor se juntó en su cabeza mientras presionaba sus ojos y una de sus manos se dirigía a esta, pero le costó otros dos segundos recordar lo que estaba ocurriendo, así que muy a su pesar, estiró su brazo para tomar a uno de los sujetos de la pierna, intentando utilizarla para levantarse.  

Una patada en su columna vertebral y otra vez su cuerpo fue directo contra el sueño, golpeándose el rostro, sintiendo un metálico sabor en su boca cuando uno de esos dos sujetos lo volteó de lado, con suavidad, para que después el otro le diera un golpe más en su abdomen, causando que escupiera y se retorciera en el suelo. 

Otras muchas patadas dieron justo contra su cuerpo, no había forma de retorcerse, porque incluso los golpes iban sin cuidado alguno hacia su rostro. Geonhak se hizo un ovillo, tratando de cubrir su cabeza, no se podía permitir caer inconsciente, sino todo estaría acabado. Sus ojos se llenaron de lágrimas cuando el miedo inundó su cuerpo, la figura del pequeño Dongju apareció en su mente justo antes de volver a separar los labios y escupir otra buena cantidad de sangre. 

Sus ojos se abrieron de golpe en el segundo en el que subió la mirada y detrás de la silueta del semejante monstruo que lo golpeaba, se encontraba Dongju, su Dongju, su niño observaba la escena desde arriba de las escaleras, con los ojos llenos de lágrimas. Geonhak escuchó a Dongju llamarlo y quiso ir, quiso abrazarlo, quiso que al cerrar los ojos en alguno de esos golpes, todo fuera una maldita pesadilla.

—¿Ese es? —Gruñó uno de los mastodontes que al parecer sabía hablar, viéndolo voltear después para sonreír divertido ante la expresión de susto del minino en la parte superior de la casa. —Seguro, mira nada más que lindo. 

—¿Crees que el jefe nos deje follarlo cuando saque de él lo que necesita?

Su sangre hirvió y Geonhak se removió en el suelo, estirando su pierna para darle una potencial patada en la canilla a uno de los tipos, logrando que este se doblegara de dolor y se concentrara de nuevo en él, queriendo asesinar al muchacho tendido en el suelo. 

—¡Hijos de puta! ¡A sus madres me follaré cuando todo esto acabe! 

Geonhak supo que había dado en el blanco cuando el rostro de ambos sujetos se endureció más y luego le dio una mirada al pequeño Dongju. Le pidió que huyera, le dijo que corriera, pero las palabras no salieron con la suficiente fuerza antes de que otra patada diera justo sobre su pierna, causando que gritara de dolor. El minino quiso bajar, dio un paso sobre las escaleras cuando otra silueta mucho más pequeña se dejó notar desde la puerta y Dongju palideció del miedo, retrocediendo, subiendo otra vez y quedándose petrificado. 

★彡 𝑵𝒆𝒌𝒐 𝑪𝒐𝒓𝒑𝒐𝒓𝒂𝒕𝒊𝒐𝒏 ; 𝑳𝒆𝒆𝒐𝒏 彡★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora