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Querido Tony:

Me alegró que te hayas comunicado y nos hayas dicho dónde estás. Las cosas aquí no están bien, Stane está fabricando más armas y estoy segura de que algo trama. Happy ha pasado días revisando los contratos y la firma de destitución que te hicieron; debe haber algo ilícito. Me preocupa que te hayas dado por vencido tan rápido. Como sea, espero que este tiempo te sirva de reflexión y que vuelvas listo para la batalla.

Happy y Rhodey te mandan saludos.

Con cariño,

Pepper.

Tony dobló la carta y la guardó en el bolsillo interior de su chaqueta. Había comunicado su paradero, sólo porque necesitaba dinero, el poco que le quedaba lo había dejado en manos de su amiga. No le duraría mucho, y menos con la buena reserva de bourbon que había recién adquirido el cantinero.

No quería pensar en lo que había dejado en el norte, y sólo había una manera de hacerlo: bebiendo. Además, tenía otro pretexto perfecto.

Era un 17 de marzo y Timely se vistió de verde; era el día de San Patricio. El alcohol fluía sin recato alguno por toda la ciudad, especialmente en la plaza. Había baile esa noche y carnaval. Tony llenó su licorera y se sentó en una banquetita frente a la pista de baile. Vio a las parejas danzar, mientras devoraba una manzana acaramelada. Entonces, vio al sheriff aproximarse.

Seguramente, había terminado su ronda de vigilancia. Tony levantó los brazos para llamar su atención y Steve se sentó a su lado.

—¿Quieres bailar? — dijo Tony en broma.

—¿Ya estás borracho, Stark?

—Aún es temprano.

—Eso nunca te ha detenido.

Tony rió, al tiempo que masticaba su manzana.

—Hoy no lo he necesitado tanto, hay tanta diversión que no he tenido tiempo.

—Eso está bien.

—Oye, sheriff, he estado pensando que algo debo hacer en este pueblo. Algo que me dé dinero.

—¿Qué sabes hacer?

Tony mordió su manzana con aire pensativo. No estaba muy seguro de que decir, embriagarse no era una cualidad laboral.

—Sé... arreglar cosas...

—Entonces podrías ser el mecánico del pueblo, no tenemos uno.

—¡Buena idea! —entusiasmado con la solución, Tony le palmeó la espalda.

Pero el júbilo de aquello, duró poco. Las personas de la pista se disgregaron y ellos pronto pudieron ver porqué. Ahí estaban los matones de Fisk. Steve se puso de pie y avanzó hacia ellos.

—Es una celebración—les dijo—, no caben sus fechorías aquí.

—Oh, el omega abandonado está hablando—dijo el que parecía el cabecilla—. ¿Alguien lo escuchó?

Steve tomó aire y enganchó los pulgares en su cinturón, del cual pendían sus armas.

—No quiero que molesten, así que váyanse.

—Pero sheriff, sólo estamos siendo participes del jolgorio—una voz surgió de detrás de los matones, se trataba del mismísimo Fisk—. No creo que haya algún problema, como ciudadanos de Timely también tenemos derecho a divertirnos.

—Sí, pero no a incomodar a la gente—fue la respuesta de Steve—. Es mejor que se vayan, Fisk.

La sonrisa socarrona en el rostro regordete de Fisk se congeló.

1872Where stories live. Discover now