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El plan era simple. Para llegar a las minas había que cruzar las vías del tren y el río. Natasha y Lobo rojo harían dos días de camino hasta alcanzar las montañas rebautizadas con el nombre del gobernador Roxxon, donde se llevaban a cabo las excavaciones. Ellos, acortarían el camino por el cañón.

En el mapa, Tony vio las etapas de su viaje, primero avanzarían por Timely, cruzarían varias millas hasta llegar a la granja Parker, ese era el último punto de referencia del pueblo antes de adentrarse al cañón. El cual, si atravesaban con éxito, ahorraba unas cuantas millas hasta el río Kirby y, tal vez, sólo tal vez, alcanzarían a Natasha y a Lobo rojo.

Cargaron con algunas provisiones en alforjas; Tony se hizo de una carreta con dos caballos, donde transportar su traje y las casas de campaña, mantas y garrafas de agua que necesitarían en ese desierto. Y comenzaron la marcha al día siguiente de su charla, con la salida del sol.

Tony sentado en el pescante de la carreta seguía al caballo bayo de Steve, sobre el cual este se mantenía erguido. Él era quien conocía el camino, así que lideraba la operación. Antes de partir, Tony le había ayudado a vendarse la herida, y podía ver que aún le molestaba un poco con el trote del caballo. Pero ya ni siquiera hizo algún intento por persuadirlo de su empresa, Steve no se rendía, peleaba hasta el final y una herida que pudo ser mortal no lo detendría.

Se detuvieron sólo por un momento en la comisaría, donde Steve habló con Danvers mientras Tony aprovechaba para correr a la oficina de telégrafos. Escribió una sencilla nota para su amiga Pepper, de quien no había tenido noticias recientes y tenía un poco de pendiente.

"Iré a expedición. Necesito noticias al regreso."

Pagó por el mensaje a un encargado todavía adormilado y salió justo a tiempo, para ver a Steve montar su caballo y despedirse agitando la mano de la sheriff Danvers, quien había salido a despedirlo desde el porche de la comisaría.

—Buenos días, señor Stark—le dijo la chica inclinando un poco el ala de su sombrero a manera de saludo—. Y buen viaje.

—Buenos días—respondió Tony imitando el gesto de ella con su propio sobrero y saltando al pescante de su carreta—. Deséennos suerte.

Steve reanudo la marcha y Tony agitó las riendas para azuzar a sus caballos. Cruzaron la ciudad y se toparon con algunos ciudadanos que vieron a Steve con la boca abierta, algunos sorprendidos de que estuviera vivo no se reprimieron y preguntaron si no se trataba de un fantasma.

—¡Qué va! —contestó en algunas ocasiones Tony por él—. Sólo estaba herido.

Sin embargo, a pesar de las explicaciones, estaba seguro que algunos no lo creyeron y pensaron que el espíritu de su sheriff, ahora, dejaba el pueblo una vez que había cumplido con su tarea. Algo muy romántico y, tal vez, blanco de la burla de Tony.

Steve, por su parte, dio cuenta de los estragos de la revuelta en el pueblo. Había agujeros de bala en las paredes, vidrios rotos y porches destruidos. Había, pues, trabajo que hacer y que mantendría a los ciudadanos ocupados. Sólo esperaba que Roxxon no mandara un grupo de hombres en revancha por la muerte de Fisk, esperaba que la noticia aún no llegara a él, pero con la presa dinamitada, seguramente había enviado mensajeros a Timely.

Alcanzaron el borde del centro de la ciudad casi al medio día y Steve hizo otra pausa. Se detuvo en una casa en el centro de un amplio terreno. Tras la cerca eran visible un gallinero y un corral con algunas ovejas.

—¿Qué? ¿Por qué no detenemos? —preguntó Tony cuando vio a Steve descabalgar.

—Danvers me dijo que hay algunas personas heridas después de la revuelta, Timely necesita un médico, pero con Banner cautivo, sólo tengo una opción.

1872Where stories live. Discover now