—¿A que hora sale tu vuelo? —preguntó Maya por quinta vez haciendo que Lucas soltara una pequeña risa. Él sabía perfectamente que ella sabía a que hora salía su vuelo.
—Tú bien lo sabes —sonrió él, haciéndola sonreír; Lo sabía.
—A las dos de la tarde —respondió ella—. Vienes llegando a Nueva York casi a las seis —Lucas asintió.
Lucas se había ido a Texas para pasar la Navidad con sus familia. Había llegado el veinte y se iba el veintisiete. Pasaría exactamente una semana en Texas. Una semana que, a los ojos de Maya —y los suyos propios— se veía larga. Hoy era el 25 así que solo faltaban dos días para irse a Nueva York... Bueno, técnicamente un día y medio.
En su semana lejos de Maya, no hubo ni un día donde ella le preguntase a qué hora su vuelo a Nueva York salía. Él sabía que Maya sabía y su constante preguntar tampoco le molestaba, es más, le causaba gracia.
Ahora estaba hablando con ella por video llamada. Se suponía que él debía de estar con su familia pasando las fiestas, pero al diablo. No podía evitar querer ver a Maya y escuchar su reír más que estar con su familia.
—Te extraño mucho, ¿sabes? Solo han pasado cinco días pero... Diablos... Al menos ya te veré en menos de cuarenta y ocho horas —comunicó él y mientras arreglaba su postura en el pequeño e incómodo sofá en el que estaba sentado. Las palabras de Lucas hicieron a Maya sonreír.
—Menos de cuarenta y ocho —repitió ella, notando como el asentía y sonreía tan fuerte que hacía que esos hoyuelitos lindos salieran. Se distrajo con eso por un rato, para después salir de su trance y hablar de nuevo— ¿Donde estás? —preguntó de repente, como si acaso ya no tenía más de diez minutos hablando con Lucas y esa pregunta no había sido previamente contestada— Todo se escucha callado, ¿donde está tu enorme y ruidosa familia? —cuestionó, usando las misma palabras de Lucas para referirse a su familia.
—Están por ahí. Ya sabes siendo... Enorme y ruidosos —esto causó que Maya riera, arrugando la nariz de esa manera tan adorable que a él le gustaba—Pensé que lo habías notado. Bajé al sótano... Quizás por eso no se escuche tan ruidoso —informó— Ese era el plan, ¿sabes?
—Mírate, ocultándote de tu familia en el sótano solo para hablar con una chica. Huckleberry, estás rebelde —bromeó ella. Lucas sonrió y miró como Maya reía en la pantalla, él solo negó con la cabeza.
—No es como si tú no estuvieses haciendo lo mismo ... Claro que no. Tú, claramente, estás con tu familia horneando galletitas y cantando villancicos —bromeó él esta vez.
—Solo somos mi mamá, Shawn, el hermano de Shawn y yo. No molestes —protestó Maya, pero su voz sonando completamente en tono de juego.
—Y yo no he hablado contigo ni una sola vez sin ser interrumpido por mi abuela o uno de mis primos. No molestes —protestó Lucas por igual, para después reír con ella. Después que las risas cesaron, el semblante de Lucas se tornó serio— Pero bromas a un lado. Creo que sería bueno que salieras de tu habitación y te fueses a pasar el rato con tu familia y ya sabes, tratar conocer mejor a el hermano de Shawn y eso.
Lucas sabía que para Maya, esta navidad iba a ser algo diferente a las demás. A ella no le iba a gustar mucho, él sabiendo lo mucho que su novia detestaba los cambios. Para empezar, Riley y su familia decidieron pasar la navidad en Filadelfia con sus abuelos. Y él estaba en Texas. Estas dos cosas obligaban a Maya a quedarse en casa y celebrar solo con su mamá y Shawn... Y bueno, también el hermano del último.
—Ugh... —gruñó Maya. Sabía que probablemente debía de hacerle caso a Lucas, pero ella no quería. Todo se sentía raro sin Riley, solo su madre y Shawn y encima de eso, un sujeto que ella no conocía bien del todo, ¿de que se supone que iba a hablar con él?— ¿Podemos volver a hablar de lo mucho que me extrañas y que no puedes esperar para verme en menos de cuarenta y ocho horas?
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Lucaya One shots
FanfictionHistorias cortas de Lucaya. Son bien bobaliconas, pero hey! Es Lucaya